Llego a la media noche, ya casi sin ropa. Solo algunos trozos de percal cubrían sus partes intimas, padecía mucho frió el pobre, se le notaba muy afligido, buscaba un espacio donde reposar con fervor. No acudía a nadie, pese a que estaba rodeado de muchas personas, solitario como siempre, se echo en la plazoleta del pueblo junto a dos cartones de leche.
Parecía un forastero, se le notaba en la voz de su cantar pálido, en su estatura, y en lo culto que era. A menudo ensuciaba la plazoleta del pueblecillo, los cigarrillos carecían de el. Respetaba a los hombrecillos de seguridad y bromeaba con ellos, hablaba con algunas palomas, se divertía sonriendo a los que pasaban y jugando con algunos niños rudos.
Desayunaba en el quiosco de doña luisa, devoraba con ansias el mondongo huancayno y los platos que sobraban. Al medio día acudía a los mercados a buscar algún empleo para así obtener el almuerzo.
Decía llamarse jacinto y pertenecer a un pueblo de las alturas, de esos lugares de donde vienen los cholos; pero al escuchar esta respuesta, la gente solo se burlaba y más aun de su estrafalario nombre. Cada detalle de su ser era un ejemplo para todos.
Siempre con la sonrisa que adornaba la piel de su faz, caminaba por las calles del pueblo, haciendo amistad con todas las personas y hasta animales; amistaba hasta con los ladrones; sin duda era un hombre pacifico.
Se desequilibra a veces, escuchando algunos huaynos clásicos, tenia un cuadernillo donde escribía versos y palabras en quechua. Los fines de semana solía ir a los barrios humildes y jugar un partido de fútbol con los niños pobres, con los arquitos de piedra y el valón de trapo; se divertía mucho, corría y corría cual si fuera un niño.
Le decían el loco gringo, algunos se burlaban de el, eran muchos los que alienaban su aspecto. Vestía a veces de blanco y a veces de negro; pero siempre mantenía su sonrisa.
Este era el hombre que siempre quiso aprender de mi idioma mientras yo la rechazaba y estudiaba ingles en alguna universidad privada, era aquel hombre que fingía ser de las punas mientras yo trabajaba noche y día para lograr mi expedición a otro país.
Era aquel hombre, el de la sonrisa eterna y el caminas cabizbajo, el de la mirada tierna. El loco gringo.
Una mañana de abril se volvió loco y lanzo al viento su discurso de no se que…pude rescatar algunas palabras, en realidad no entendí mucho cuando decía:
Yo vengo desde muy lejos. De esos lugares aburridos de nazis y locos rockandrroleros, de esos lugares donde la sabiduría lo es todo. De esos lugares donde la tecnología te estresa y los edificios te marean, de esos lugares súper desarrollados, ¡ah que desarrollo!..
Yo jacinto, era un prospero y aburrido empresario. Me canse de eso, de todo..Disfruto mas estando aquí..
….dijo llorando el pobre, “los quiero mucho a todos. Salí de ahí por que soy un loco solo por eso. Los amo”
La gente pasaba ignorándolo, lloraba el pobre y yo también; pero no puede resistir más y me acerque y le abrase y le susurre “yo también te quiero”.
Desde aquel día somos dos loquitos pos las calles de Huancayo mi humilde pueblo.
EN REALIDAD DISCULPEN POR ALGUNAS FALLAS ORTOGRAFIAS
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