Por cogé la mora verde
verde como la albahaca!
Me he clavaíto una espina
y hasta er corasón me duele
y hasta er corasón me sangra
Por cogé la mora verde
verde, como la albahaca!
".... de amores muero mi niña, por cogé la mora verde..." -y continuó tarareando la canción- "..verde como la albahaca!". Y es que no se aprende, niña,...- decía-.
Porque su corazón había tragado ya muchas millas; había sentido muchas soledades; entretejido renaceres. -En fin!- era lo que él llamaba-, no sin orgullo, " un corazón solitario". Acostumbrado a mirar al bosque de los sentimientos con la cautela que guarda el animal herido.
Y ahora, se le había cuajado el reir, a él, -precisamente, a él. De nada le habían servido sus "moralinas" y "saberes". A él, -precisamente-, a él, le habían entrado todos las gamas de verdes en el alma. Y su corazón se volvió adolescente e impaciente, y como nunca empezó a experimentar un ahogo de sentimientos retenidos.
En aquellos ojos inofensivos, de mirada dispersa, de pupilas perdidas, sin un color definido, proyectó un espejo con todos los horizontes que él guardaba en su mirada. En aquellos ojos glaucos, de mirada imprecisa, había recreado una inimaginable escala cromática de verdes, de esperanzas, de ilusiones. Así, de forma desprevenida, casi sin darse cuenta le habían robado todas las estrategias, y con ellas, como por encanto, el alma se le evaporaba en aquel paisaje de verdes, precisamente de verdes.
Y al atardecer del día, al anunciarse la luna, -cantaba-, recreando su propia historia en la letra de la canción.......
" y hasta er corasón me duele, niña
y hasta er corasón me sangra...
Por cogé la mora verde
me he clavaíto una espina
y hasta er corasón me duele..
Y otra vess, respetía:
Verde como la esmeralda
como la albahaca verde"
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