Cotidiano sin ancestros
Reformado
Desde que Cotidiano era un niño, empieza a escuchar el ruido leve del aleteo de libélulas y mariposas cuando entraba a sus oídos. El suave alborozo se convertía después en un trancón de pensamientos incoherentes que fluían en desorden hasta revolucionar su mente de infinitas abstracciones. Todas las mañanas recorría el jardín que adornaba el frente del caserón de palma y pañetes de boñiga de vaca. Éste era un espacioso jardín huerto, en el cual se entreveraban al garete olorosos heliotropos, margaritas; igual que lirios, rosas, claveles y crotos por entre las trojas donde colgaban calabazas y habichuelas.
Sentado en una banqueta de madera estilo flojera, esperaba que se alejara la mañana. Y envuelto en el silencio de la tarde, se emocionaba al ver que iban llegando las libélulas y mariposas que perseguían el polen que brotaba de las flores. Al decaer la tarde, y ya cansado en sus intentos por capturar a sus insectos preferidos, regresaba jadeante a la banqueta, e inspirando fragancias florales, quedaba profundamente dormido. Una día que alarga su sueño, despierta cuando ya las sombras cubrían la tarde. Asombrado descubre que más allá del jardín destellan por millares las luciérnagas… que su destello imita a esos faros allende de los mares que tanto mencionan los versos de las leyendas que le leía su madre adoptiva. Otro centenar de cocuyos rayan la noche con sus luces zigzagueantes. Entonces alcanza a oír también el ruido de sus aleteos. Pero en contraste con el de las libélulas y mariposas, éste es de un ensordecedor estropicio. Bullicio que lo atemoriza desde cuando una vez al salir de misa escucha por primera vez el paloteo de la banda de músicos dominguera que toca las retretas del pueblo. Y soltando la mano de su madre adoptiva, corre sin control, dejándola sola en las tinieblas de su invidencia.
Resulta que Cotidiano había sido recogido por una viuda rica, dada la casualidad de un tropezón. Si, el tropezón que da esa señora de mediana edad, ciega de nacimiento y dueña de una grandiosa fortuna baldía, de la cual sólo disponen las entidades bancarias. A cuya casa no llegan siquiera los cortes de cuentas al final de cada mes; porque así lo exige el acuerdo previo entre ella y su Banco. Pero lo curioso del asunto es que la dichosa señora no tiene herederos ni delegatarios a la vista. La cuestión del tropezón sucede tal vez por esas coincidencias del destino, cuando una vez ella decide cortar flores frescas y, con premura se dirige calculando la dirección del jardín. Al suponer que está frente a la puerta de salida, puntea con tino y, su bastón inteligente tropieza de improviso con un pequeño obstáculo suave, que al sentir las presiones repetidas del madero... inicia un llanto de grima que conmueve la ternura escondida en la disimulada mujer. Lo levanta en sus brazos, y entre arrumacos le susurra versos con ternura, le brinda calor y lo consciente como a una propiedad exclusiva de mucho precio. Al llegar éste a la infancia, empieza a contarle historietas parecidas a las leyendas que más se le aproximan a la realidad. Y cuando aparece la adolescencia se toma la libertad de no mandarlo a la escuela, prefiere educarlo a su grande manera de pensar y decidir. Con devoción lo conduce por el camino de la formación idealista, en la cual se educa, y entiende a su grande manera de pensar y decidir. A ella le agrada que asista con frecuencia a una academia de intelectuales pensantes, dependientes de la educación que conduce según ellos por el camino de la certeza del conocimiento natural del hombre.
Cotidiano no tiene apellidos ni ancestros conocidos. Sin embargo, le resta importancia a esos infortunados acontecimientos del destino. Le complace haber nacido del encuentro de dos seres desconocidos que uniendo substancias de alguna manera, logran formar la vida de quien hoy es Cotidiano, un hombre sin ancestros conocidos. Además agradece haber nacido con un alma sicodélica, la cual lo conduce por rumbos poco imaginados en una persona del común.
Más allá de la adolescencia, después de muchas reflexiones; Cotidiano comprende que las abstracciones ruidosas del aleteo de los insectos que escucha frente al jardín huerto, son los recuerdos organizados por su mente en medio del silencio de su soledad. Así, cuando escucha el ruido perfeccionista del aleteo de las libélulas y mariposas; la claridad de su inteligencia recibe una transformación de diálogos reflexivos. Y, el estropicio del aleteo de cocuyos y luciérnagas que imitan al sonajero de una banda de músicos pueblerinos que, de la misma manera se convierte como por la magia de la batuta de un virtuoso director, en agradables melodías clásicas que encienden su estado de ánimo. De ello rinde testimonio ante una concurrencia de personas ansiosas y dispuestas a descubrir nuevos conceptos en el trajín cotidiano que los asfixia con la misma rutina de siempre.
Con soberbia cree Cotidiano que las distintas apariencias se dan el rabo como los micos: Lo que aparentas es igual a lo que llevas dentro. Y las diferentes posibilidades se encuentran siempre con su parte contraria: la paz y la guerra, lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo. ¡No soy loco! –dice— pero confiesa su aferrada atracción a la locura pura... a la perfección y a la mística por descubrir. ¿O acaso serán en potencia mis apariencias? --reflexiona—. Sí, a las apariencias y posibilidades las reúne una coincidencia la cual se puede encontrar, busca y encuentra, no hay ley que obligue los designios del destino, ni ley social, o económica, o comunista; menos una ley inventada para dominio personal sobre las mentes humanas.
Cotidiano frecuenta los centros culturales. Y, dentro de bambalinas y efectos especiales imaginarios... deja escuchar sus largos conversatorios de entelequia absurda pringada de realidad, con lo que logra a la concurrencia. Conceptúa que las consecuencias afortunadas de haber nacido en un mundo lleno de posibilidades, son superiores a las causas de tal o cual comportamiento negativo en aquellas personas inhibidas por los prejuicios, o por los complejos de influencias adquiridas en el camino por quienes no tuvieron la capacidad y la dirección arbitral necesaria para embarcarse en la diferencia ganadora.
Con graves consecuencias un ser falto de comunicación que nunca se entera de la dirección correcta, siempre escogerá una vida miserable y conformista. En donde permanecerá en apacible apariencia escuchando los proverbios inclinados que recoge la desesperanza como un intento de solución emergente para entrar a otra posibilidad semejante a la desechada. Piensa también Cotidiano que los sentidos absorben el ambiente, reclutan la mente y la someten a la negatividad que domina y complace al extremo escogido de manera equivocada.
Asegura que las predisposiciones de un hombre se convierten en leyes dominantes iguales a las que ejerce la naturaleza en el espacio tiempo. Piensa que vivir solo para alcanzar a devengar un sueldo y, luego satisfacerse con una jubilación, es el conformismo de la ineptitud consumada a la que un graduado en indolencia superior aprovecha:
–¡Señor Cotidiano! En este preciso momento no tengo los argumentos necesarios para refutar sus conceptos mayores. Ahora solo quiero aclarar mis pensamientos: “¿Por qué usted dice que vivir solo para devengar un empleo como solución única, y después jubilarse como medio de sustentación suele ser de ineptos? ¿Podría insinuarme una forma de laborar sin depender de un empleo en donde hay tan pocas oportunidades para trabajar de manera independiente?” –pregunta un estudiante.
--¡Fabricando hongos cómo las hormigas... es ésta una manera de ganarle a las apariencias que no incitan a las posibilidades. Y, si no funciona... se ensamblan retruécanos con la visión encendida sobre un mapa de proposiciones inventadas y de apariencias lógicas. Es ésta otra manera de entrar a una de tantas posibilidades. ¿O acaso niega usted que la utopía de los ineptos es la negación de todo auto principio para reformarse por si solo, y nada mas sobrevivir con la ayuda de un ente que ellos imaginan superior? Al que acuden para decirle: soy un ser inferior... consígueme por favor una palanca y trataré de levantar el porvenir de los míos --responde Cotidiano.
-¡Señor cotidiano! ¿Por qué dice usted que las apariencias se dan el rabo como los micos, y las posibilidades se encuentran en el camino? –pregunta otro de la audiencia.
--¡Las apariencias son afines, como los micos de cada especie. En el hombre un todo es igual a otro todo. Nadie es superior a otro y, ese todo depende del interés y la visión que tenga quien desea sobresalir en el currículum de las circunstancias que se avivan prefabricadas por donde quiera que ande el ser animado. A las posibilidades hay que intuirlas, tocarlas, poseerlas y, permanecer con la mente encendida... Jesucristo lo advierte.
Recordemos también a don Antonio Machado: “...Caminante, no hay camino, se hace camino al andar...” Y, más cerca de nosotros recordemos también la humilde condición de don Crecencio Salcedo, el hombre que se mantenía besando la tierra con su pata pelá: “...Las cosas están hechas, solo hay que recogerlas...”. Y diferentes apariencias y posibilidades se encuentran en el camino porque son el simbolismo de lo real, y también de lo irreal. La verdad y la mentira en determinado momento se confunden tanto, que se necesita tener la mente bien iluminada para poder escoger una de las dos! --dice Cotidiano.
--¡Señor Cotidiano! Estoy seguro que usted no tiene prejuicios que lo ronden, ni paranoia que lo acose. Pero..., ¿es verdad qué no tiene ancestros conocidos, y, por ello se afecta tanto que hasta puede llegar a refugiarse en la locura? –-pregunta otro del público.
--Usted me cree, y luego me suspende la credibilidad, al final se embarca en la metodología de las dudas de René. No tengo ascendencias conocidas, es verdad, y sé que me anteceden circunstancias de orígenes oscuros... sin embargo, soy una persona normal aún con los prejuicios que me concede la sociedad por ser huérfano de ancestros.
No tengo traumas psicológicos, excepto el origen de este fenómeno de abstracción psíquica que me deja escuchar el ruido del aleteo de algunos insectos hijos del sol, de la noche, de las aguas; cuando entra por mis oídos. Lo que luego se convierte en un fluir de pensamientos desordenados que donan a mi mente un brillo de inteligencia y, ordenan una prioridad intelectual. Y también el ruido del aleteo de otros insectos nocturnos que acompañados por la sabiduría escueta que he heredado de mis ancestros desconocidos; se transforman en un fondo musical de melodiosas sinfonías inmortales, compuestas quien sabe por que empírico personaje de inteligencia innata. En cuanto a la locura, ésta es relativa y depende del punto en que se encuentre señalada en el cerebro de acuerdo al mapa del Genoma Humano. Tal vez mi mente haya logrado extraerle a mí cerebro la exclusividad de una locura, porque no hay otra manera de explicar esta forma de accionar tan acomodada a mí gusto. ¡Cómo ha habido locos en este mundo! Desde un desequilibrado psicópata, paranoico, quijote o poeta subyugado por su romántico lirismo, como Gómez Jattin; hasta genios como Van Gogh, Niestche… ¡Noble y genial es señor una locura que no aumente la adrenalina de los perjuicios sociales, y pueda señalar con inteligencia el camino abierto a los buenos principios que a veces un ego cuerdo carcome con rudeza! Soy aficionado a la perfección, y quien por designios oscuros se debate solo debajo de una sombra con ramales culturales académicos, intuidos apenas por autodidactas escondidos, cómo la persona que lleva el humilde nombre de Cotidiano. --Concluye.
Cotidiano no se inclina ante ningún sinónimo que insinúe reverencia. Él cree y predica que la personalidad del ser debe ser insobornable, porque las debilidades destronan el dominio de los valores para entregarlos dominados a falsas virtudes. La dependencia a la soledad lo conducen por un ámbito de sospechada insociabilidad, por la cual sus coterráneos lo alejan y lo castigan muchas veces con insinuaciones embolatadas dentro de injurias cercanas a la perversidad, para provocar a la supuesta locura que le imaginan. Si al tildarme de loco! —dice—: intentan deshonrar mí inteligencia... no lograrán conseguirlo, porque ya he derrotado a mi propia duda. Y, si existe esa posibilidad, que no me desagrada, desearía al menos una locura clásica, excelsa, brillante. Creo que los fenómenos de abstracción desarrollados en mi mente con tanta lucidez son únicos.
Cuando Cotidiano se sumerge en lo inmodificable de su yo, cuestiona los conceptos que lo inducen a replantar los conocimientos de esas personas que han vivido siempre con la complacencia de un espectro parecido a un mundo posible.
Cree que el impedimento de igualdad social no lo dirime el destino ni las imposiciones, ya que llega prendido en la pasividad de la etnia de tal o cual núcleo humano. ¿Será que su imperfección va en dirección a una locura por la perfección ideológica? Quizá sea este otro mundo, donde la imaginación no se presta para el engaño sino donde se pueden exhibir los ideales prohibidos.
En uno de esos largos conversatorios entre bambalinas imaginarias a campo raso, como él les dice, estuvo presente un Psicoanalista de gran renombre. Este eminente científico se interesa en la conducta inconsciente de Cotidiano. Quiere hurgar el cerebro de este hombre inteligente que siente pasión por la locura y ama a la perfección más que ningún otro humano con lucidez.
No fue fácil la tarea de convencer a Cotidiano, pero al final, pone su cerebro a ordenes del buen Psicoanalista experimental para un análisis de regresión científica.
Bajo hipnosis, Cotidiano fue relatando al famoso científico lo poco que guarda de su vida pasada: ”Cotidiano sin ancestros conocidos tiene encerrados en el subconsciente muchos deseos, causa que justifica el trauma de no haber conocido a sus padres –dice el científico--: Cotidiano solo me habló de los tiempos de soledad que pasó cuando a los pocos meses nacido lo dejaban encerrado en el cuarto de una desaliñada casona llena ratas (tal vez su madre). Dice que en esa soledad no lloraba, como lo habría hecho un niño de su edad, que sólo se dedicaba a pensar. Pensaba sin tener siquiera idea de lo que eso significaba. También recuerda otros encierros más penosos, las noches que escuchaba persistentes sonajeras (quizá tocaba una banda de músicos). Los deseos reprimidos son la aparente contrariedad a un complejo de Edipo... lo que irrumpe en su mente con tanto ruido no es el aleteo de los insectos sino los recuerdos que él rechaza.
Digamos que el aleteo de las libélulas y mariposas en donde fluyen los trancones de pensamientos desordenados e incoherentes que él con su rechazo convierte en reflexiones literarias de reconocido valor. El estropicio del ruido de las luciérnagas y los cocuyos que pretende escuchar, es el recuerdo penoso de las noches cuando escuchaba el tormentoso bullicio de una supuesta banda de músicos. Temor del que solo pudo recuperar cuando su mente logró transformarlo en grandes sonatas clásicas. Todo ha ocurrido por las travesuras benevolentes de un subconsciente que lo mima y complace mejorándole el duro trauma de sus recuerdos de origen. Y de esos renombrados aleteos se organizan las genialidades de sus pensamientos, y la melomanía que ahora animan su vida. De hecho, lo que en un principio parece ser la contrariedad del complejo de Edipo, se conforman sus abstracciones y únicos amores platónicos: El flujo de pensamientos ahora comprensibles y, el arrobamiento musical que lo transporta por mundos idealistas. Cotidiano no tiene ancestros conocidos.” Concluye el eminente científico.
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