En esta benéfica y ofuscada mañana destinada a filosofar, he despertado, con una gigantesca incógnita recurrente de ti, ¿QUE LE HACE FALTA A NUESTRO AMOR?... Esta cuestión podría escucharse bella en un sensitivismo auditivo pero: analizando a fondo aquella situación procedí a meditar:



Tal vez un millón de hermosas rosas en nuestro panorama creando un ambiente en un matiz rojo intenso que convencería a nuestro oculismo ser la sangre de un pequeño manantial manando asimismo efusivas pasiones…



Tal vez unas cuantas especulaciones sobre chismes de mercado, de esos retrógrados que en vez de romper una relación, la formalizan más…



0 tal vez necesitamos simplemente un poquito de privacidad, donde los mirones son de palo y cuatro paredes sean nuestras cómplices guardando el secreto de desenfreno y amor hasta el día de sus muertes…



Ya ligeramente atribulado y acongojado podría yo decir también que tal vez nos hace falta un chorrito prolongado de aquella fuente propinadora de confianza y comprensión, dándole un toque y pizca de sinceridad…



Aunque tal vez sea que nos dejemos llevar por el momento de locura, que solo pasa cada setenta y cinco años como el cometa Halley, sin importan lo que venga después…



Y hablando del después, después de seguir en el tanto y tanto juego del analizar, he descubierto que podrían hacer falta “Tal vez otro millón de tal vez” asimismo tristemente he llegado a esta aberrante intuición:



“En un amor siempre debe hacer falta algo, por que ese algo siempre es motivo de lucha”



Así que a nuestro “Amor” no le hace falta nada; ya que simple y sencillamente no existe.



AUTOR:

Alejandro Ávila Chagoya.