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Fútbol y violencia

Definitivamente a este pueblo colombiano lo rescata la alegría, esas ganas inmensas por vivir aún en medio de la tragedia cotidiana, para muestra un botón, una víctima más de la violencia, un olvidado campesino inerme, que solo sabía trabajar al tierra y amar con la pasión desaforada de hincha del fútbol a un equipo, que vio como su familia perdía sus propiedades rurales en medio de tres fuegos, guerrilla, ejército y paramilitares, al son de algunos tragos dejó sus lutos y se volvió festivo cuando nos metimos en el terreno del fútbol, empezó a contar chistes para ridiculizar al eterno rival de Nacional al Medellín, con toda la picaresca característica del paisa, y pensaba admirado como podía una persona que cargaba con tantas tragedias ser tan chistoso, entonces entendí al fin y admiré esa idiosincrasia del pueblo colombiano, que le ha permito ser reconocido en el mundo como uno de los países más felices y es que vivir en Colombia es un honor, esta tierra de maravilla, solo la dañan sus gobernantes y toda esa gama de criminales que se ha formado en el poder de las armas y de las drogas, es admirable como un pueblo noble sometido a todo tipos de plagas, violencia, narcotráfico, paramilitarismo, corrupción administrativa, con autoridades que le hacen mandados a los narcos y a los paras, con una putrefacción que se lleva la plata del pueblo para fortunas privadas que parecen ser sacadas de los cuentos de las mil y una noches, con un gobierno servil a trasnacionales y empresarios descarados que someten a niveles intolerables de pobreza a un pueblo jovial, que se ríe de la vida en medio de la tragedia.

Colombia es un país desaforado, aquí somos capaces de producir Premios Nóbel, santos, científicos pero también somos capaces de hacerle venias a asesinos despiadados, porque tienen poder y dinero, de hacer del secuestro una rentable industria, exportar cocaína en pitillos y hasta traficar no solo con drogas sino con órganos humanos, pero el pueblo raso, el pueblo bueno, se ríe de la vida y de la muerte, somos en definitiva un pueblo alborozado, esa alegría que brota del alma ha permito que Colombia no se vaya a pique en medio de tantos problemas.

“Mi vida profesor es el retrato de la violencia de las últimas décadas, me ha tocado coexistir con la guerra en carne propia con todas sus heridas y sus muertes, no como a usted que le ha tocado es verla a través de las pantallas del televisor, donde para serle franco no le cuentan la verdad, los muertos que salen en la pantalla chica son los muertos importantes, los otros los pobres campesinos no contamos.

Éramos felices profesor, teníamos tierrita y varias cabezas de ganado, yo nací y me crié en el campo, ordeñando vacas, lidiando marranos y amando al Atlético Nacional, que viva el verde, ¿ Qué como me llegó esa afición por el fútbol si vivía tan apartado? por el radio profesor y por el televisor en blanco y negro donde no podía ver las camisetas verdes, por eso ahorré para comprarme un televisor a color, siempre que puedo voy a estadio, pero si no puedo ir me chanto la camiseta del verde y me parcho frente al televisor con media de aguardiente, pero le hablaba era de mi desgracia, la tierrita de nosotros tenía una caída natural de agua, era una cascada hermosa, allí empezó mi desamparo, una vez me fui a bañar y de pronto me vi encañonado por muchos hombres que tenían un brazalete que los identificaba como el ejército del pueblo, estaban sucios, se veía que habían caminado mucho, estaban hambrientos, me dijeron que los llevara a la finca, salió mi papá y le solicitaron dos reses, allí mismo la sacrificaron y montaron su campamento en las afueras de la finca, mi papá me decía angustiado que cuando se irían, el caso fue que se quedaron varios días y empezó el bombardeo más espantoso desde el aire, nosotros nos salvamos porque nos tiramos debajo de las camas, luego se calmó todo, pero a la semana siguiente por las misma cascada aparecieron otros hombres armados, de botas y camuflado, eran los paramilitares, de nuevo me pidieron que los llevara ante mi padre y estos fueron más descarados, todos los días solicitaban una vaca y también estuvieron acampando en los alrededores de la finca, mientras llegaba el comandante, hasta ahí llegó la tranquilidad, prácticamente empezaron a adueñarse de la finca, a entrar a la casa a tratar de mandarle la mano a Mauela mi hermanita, que en ese entonces apenas tenía como 12 años y Jorge se le emberracó que respetaran y solicitó hablar con el mandamás de ellos, le dijeron que bien pudiera hablar que el comandante llegaba mañana y efectivamente llegó, era un persona por ahí de cuarenta años, con una nariz ganchuda, preguntó por el que había braviado a la tropa, se refería a Jorge, nos acusó de ser colaboradores de la guerrilla y a Jorge delante todos le pegaron un disparo en la cabeza, le volaron los sesos, luego nos ordenaron desocupar, que teníamos solamente ese día para irnos, que Manuela estaba muy hermosa y que no respondían por virginidades a partir de mañana, nos tocó profesor empacar lo poco que podíamos llevar, casi nada, todo se lo dejamos ellos, las vacas, los marranos, los sembrados y salimos antes del amanecer escoltados por el sol y por una plaga de mosquitos que al parecer también huían de los paras, así llegamos de arrimados donde unos primos y al poco tiempo murió la vieja, yo creo que de pena moral, al viejo le dio un infarto, dicen que todas maneras le iba a dar, pero profesor, yo también creo que perder todo de un día para otro, para vivir de arrimados tuvo que ver mucho para que “el mango del viejo sacara la mano”.

Manuela cuando cumplió quince se fue con el primer novio urbano que tuvo y yo empecé a rebuscarme aquí en la plaza, gracias por el “buscapleitos” que usted me brinda profesor, usted toma es vino no parece antioqueño, pero sigamos, aquí empecé a cargar bultos pero me estaba reventando la espalda, entonces me metí de negociante al menudeo, bueno no gano mucho, pero es platica de todos los días, poquito pero si me alcanza para comer, pagar una habitación, porque me independicé profesor, ya no vivo con mis primos sino en una pensión de mala muerte, si me alcanza para ver cada domingo al verde, la vida merece vivirse, de eso vivo y ya no me quejo de vender aguacates, ya me ve soy una legumbrería ambulante, gracias por ese nuevo trago profesor, es usted muy gentil, que esta historia usted la va a publicar, donde fue que me dijo, en los cuentos, yo pensé que era en el Colombiano o El Mundo, los periódicos de por aquí y perdone mi ignorancia, ¿pero eso que es? ah por Internet, hábleme del Internet profesor, yo no sé con que se come eso, entiendo que uno puede hablar con una persona en África, ver viejas en pelota, como es el progreso de raro, podemos hablar con gente al otro lado del mundo y no lo hacemos con el vecino, bueno eso me pasaba a mi con el vecino del primo, que me miraba por encima del hombro y me decía “Campeche”, aquí cumplí un sueño, fui al estadio y vi jugar al Nacional, quiere que hablemos de fútbol bueno profesor a ver si dejo estos duelos que no he podido sacar todavía del corazón, sabe profesor en la ciudad la gente hace de cualquier bobada una tragedia ¿y sabe porqué? Porque no les ha tocado vivir las verdaderas tragedias que le pasan a uno.

Siempre desde el campo me gustó el fútbol y aprendí a amar al Atlético Nacional, tampoco profesor me haría matar por el verde, pero eso si de mis aguacates y mis legumbres sale sagrada la boleta para ir al sur, no,no yo no soy sureño y si lo soy aunque no tengo carné, pero allá estoy con la camiseta y grito veeerdeee y me paró y hifueputeo al árbitro y a los rivales, especialmente al Medellín, que viva el verde y abajo los rojos por eso le voy a contar un chiste sobre el Medellín, se murió un hincha y se fue como debía ser para el infierno, allí se encontró con el diablo, pero no había candela sino relojes del tamaño de un ventilador, todos con horas dispares y con las colores del Boca, del River, del Milán, de Nacional lógicamente, relojes de todos los equipos del mundo y el hincha rojo repase los relojes y no veía el de su amado Medellín, entonces muy intrigado le preguntó al diablo por el reloj de su equipo, el patas le explico, que eran los relojes de todos los equipos de fútbol del mundo y lo de las horas dispares era porque cada que perdía un partido un equipo, el segundero daba una vuelta y retrocedía, bueno el hincha entendió muy bien la explicación, pero le preguntó al diablo ¿bueno y donde está el de Medellín? entonces el diablo compasivo, le explicó:

“El de Medellín, lo tenemos en el otro cuarto, porque lo estamos utilizando de ventilador”

William H Ramírez P
2006

Texto agregado el 10-06-2006, y leído por 175 visitantes. (0 votos)


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