Hoy no ha sido un buen día. Las hirientes palabras vuelven una por una, sedientas de atacar mi lijado cerebro, dentro de mi cabeza ya dañada, en los sucios y viscosos muros atragantados por el tiempo y el malestar, que crecen encarnados el uno del otro, tras cada día luego de mi despertar. Quisiera no volver a experimentar esta sensación, de aquel terrible dolor de cabeza (y en realidad, un profundo y áspero dolor en todo el cuerpo), que me recuerda cada una de las salvajes hemorragias, llenas de sangre oscura, inundando mis ojos hirvientes, nublando todo objeto hasta la más pura e irreal oscuridad; todo lo que recuerdo son aquellas figuras sobre mi rostro, gigantes y amenazantes, abalanzándose despacio sobre mi cuerpo adolorido.
Tal ves sino no pudiera recordar nada de esto podría consolidar un poco de tranquilidad en mis sesos, sólo un poco, no deseo más que eso; pero sé que es mucho pedir. Aún queda mucho que vivir, y aún estoy consiente que fui hecho para luchar, o mejor dicho para resistir todos los golpes, y trabajar.
Tan sólo bastaría con despertar y poder ver cada una de estas cosas, sin que nada me recuerden, nada; pero esto no sucederá. Ya perdí las esperanzas de la tranquilidad, mis días están muy ocupados, y ahora mismo me debo levantar a trabajar. No tengo tiempo de pensar en cosas que no pasarán, y lo sé porque ya he esperado mucho tiempo, y e perdido mucha sangre a causa de la esperanza; ¿que es la esperanza para el hombre? ¿Por qué perder el tiempo en ilusiones que no se cumplirán? Si un ser humano desea algo debe luchar para conseguirlo, nadie obtiene algo sin esforzarse por aquello, y si las cosas no resultan, no debe perder más el tiempo en seguir intentándolo, porque la única verdad, es que si alguien no tiene lo que desea, es simplemente porque no le corresponde tenerlo, y es una imbecilidad repugnante, detestable, de parte de cualquier hombre, tratar de conseguir lo que no puede, y por lo tanto, lo que no merece conseguir. Ya me harté de buscar lo que no es mío.
He escuchado que algunas personas pierden la memoria después de un fuerte golpe en la cabeza, pero he tenido miedo de hacer esto por aumentar el dolor, que ya se siente como un agujero en el costado de mi nuca, por donde pasa el ruido, y se posa sobre mi cerebro y presiona, presiona tan duro, que parece hacerla estallar; pero nunca estalla. A veces, cuando estoy desconcentrado (la mayor parte del tiempo, ya que el dolor y el mareo nunca me permiten saber siquiera donde estoy parado) suplico porque estalle de una ves, y al no estallar, la ansiedad me tortura en mis adentros, inflándose y haciendo presión en mi pecho.
Por eso, parece que lo único que remediaría mi doler sería no volver a despertar. Pero los sueños no hacen al hombre, y yo aún soy un cobarde.
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