5 de mayo del 2004

Bueno bueno estoy fuera. Dile a Deborah que siempre llego tarde. Necesito levantarme más temprano o que me cambien de horario, si eso que me cambien de horario. Y necesito dormir, necesito dormir. Eso dormir. Y mucho! No es mucho sino hasta tarde. Si me acuesto temprano pero en la mañana siempre tengo sueño. Tú sabes…

Ya se me va borrando tu rostro. Me acuerdo más de tus camisas. Más exactamente de tu camisa de franela lila a cuadros. Y también de cómo corrías por los pasadizos del colegio. Me causaba gracia cómo corrías. Pero tu rostro es una mancha en mi mente. Puedo describirte con facilidad. Eso no quiere decir que me acuerde. Es que sé cómo eres. Entiendes eso? Lo sé simplemente.

Te acuerdas cuando me pediste que te tomara una foto mientras posabas junto a tu mejor amiga. Estabas metido en un terno plomo. Fue horrible. Horrible y eso que te veía bien en esas fachas. Deborah lo vio todo, me acuerdo mejor de ella.

Por qué salías con esa chica de amarillo? Le viste los zapatos? Nunca lo creí. En serio que no. Tú no eras lindo, pero cómo alguien podía salir con ella. Ella era una más en el mundo de las tontas del colegio. Era horrible. Cómo se llamaba? Sofía, Sonia … su polo amarillo. De ella me acuerdo mucho mejor que de tu rostro.

Mándale saludos a tu abuela. Ella siempre me contesta el teléfono. Me ha gritado muchas veces. Yo entiendo. Es que no le digo nada, me quedo callada. Ni una sola palabra. Ni siquiera logro respirar. ¿ por qué no contestas tú? Yo llamo para que me contestes tú y no tu pobre abuela. Pero qué quieres? Que pregunte por ti? … No no seguro que ni me recuerdas. Seguro que no. Si el día de la foto parecía que nunca me hubieses visto. Y no es que yo ande inventando todo esto. Yo no te pido que me reconozcas sin haberme conocido nunca. Tú me miraste. Vera vera me llamabas a cada ratito. Y yo al comienzo ni caso te hacía. Pero luego si. Porque pensé que… luego ya me gustabas Diego. Y te acuerdas el día que te paraste en la puerta de mi salón y me viste jugando a las palmadas. Si parecía 4to de primaria y no de secundaria. Me sonreíste y me volviste a sonreír mientras yo me sonrojaba. De eso si me acuerdo, de ti no mucho, pero de eso sí.

Tus ojos eran verdes. Pero un verde feo. Como verde pantanoso. A todos les gustaban los ojos verdes. Pero los tuyos eran extraños. No me acuerdo tan bien, pero no me gustaban.

Una vez sentí que había olvidado tu teléfono. Pero era imposible. Después de un rato lo recordé y marqué los numeritos había pasado mucho tiempo desde la última vez. Y tu abuela, tu bendita abuela me saludo y todo. Es que yo contesté. Por primera vez respondí el aló. Pregunté por un tal Pedro. Si Pedro o Luis creo, algo así. Y tu abuelita tan buena me dijo que me había equivocado de número y yo me reí porque lo que me había equivocado era de nombre y colgué.

Y del baño, del baño si te debes acordar. Eso era cuando ya sabía por qué me decía Vera. Vera verita me decías. Y yo al comienzo pensaba que sabías mi apellido y que además de eso lo mucho que me molestaba que me llamaran por mi apellido. Pero no era eso, sino que había una compañera tuya que se llamaba Vera. Vera, así se llamaba. Y era igual a mí. En todo. Bueno yo la veía más bien diferente pero todos me decían. Sandra es igualita a ti. Y se llama Vera por esas casualidades de la vida. Y sí tal vez se parecía un poco . Si una vez casi me muero de miedo cuando ella me llamo: Vera vera dijo. Yo no le hice caso. No te llamas Vera? Me preguntó. No! Me llamo Sandra, respondí. Y me fui casi corriendo. Pero del baño, hablemos del baño. Cuando se te cayó el lápiz y justo a mis pies. Yo me incliné a recogerlo y encontré tu mano en vez del lápiz. Me cogiste la mano y saliste disparado como un meteorito que solo tiene que pasar y ya. Yo me quedé ahí horas y horas, no tanto pero para mí fue eso.

No es que tampoco solo te conociera así de las escaleras y el baño. No! Si yo estaba en tu salón. En la academia de las tardes. Si hasta nos reíamos ahí con Deborah y lucía. Lucía era mi mejor amiga y con ella fuimos a averiguar cómo es que te llamabas. Y allí en la lista había dos Diegos. Diego Alonso y Diego Luciano. Yo dije Diego Alonso porque parecías más tú. Pero luego resultó que eras Diego Luciano Marques Chávez.. Lo sé porque una amiga me regaló un examen tuyo que hasta ahora conservo. Tenías 08. Era geometría, geometría del espacio. Era u8n examen sin importancia. Pero tenía tu nombre. Tú querías estudiar medicina y retabas a Fernández que era el profe de biología. En eso coincidíamos porque Fernández era bien exigente, bien malo a decir verdad. Y daba rabia así que uno estudiaba más y más para que él se enoje por no poder jalarte. Todos hablaban de él por eso y por sus pantalones apretados. Sobretodo las chicas. Hubo veces que me tomabas tanta importancia y bueno la última vez que te vi fue ese día de la foto. Era tu graduación y los de cuarto cantamos y eso. Allí fue como si hubiese pasado nada. Pero bueno el año siguiente me invitaron a fiestas a las que tu irías. Yo no fui a ninguna porque pensaba que te encontraría con la chica de amarillo y serían tan felices que yo tendría que arrancarle los pelos y terminar muy golpeada.

Qué estudias ahora? Medicina no. Ya me contaron que la universidad te dijo que no. Pero has de estudiar algo mejor que eso. No sé si seguirás con ella, no sé ni quiero saber. Porque lo nuestro, si puedo denominarlo así, fue muy confuso. Pero que estuvieras con ella y su polo y sus zapatos. Eso sí no lo entenderé.

Ya son las 930 tengo que entrar a la siguiente clase. Te llamo uno de estos días. Quizá si me recuerdes. Con Lucía conocimos a otro chico de tu salón: Alfonso. Hace poco que ella lo volvió a ver y él la reconoció a pesar de que hablaron muy poco en la época del cole. Claro que Alfonso es diferente a ti. Pero podría pasar, quien sabe… quizá. Ya son las 932… están cerrando la puerta… te llamo, te llamo…