En estas fechas navideñas es típico salir de compras. Sí, amigos, la vorágine consumista nos devora y nos lanza como cuerpos sin mente a vagar por las tiendas en busca de adquisiciones.
Es muy significativa la cavilación a la que llegué el otro día. Mi padre me había pedido, hace tiempo, que le hiciera una recopilación concreta de temas de un cantante muy estimado por él (Joan Manel Serrat ), y hasta el momento, ya sea por vagancia, ya sea por no disponer del material necesario, no la había llevado a cabo. Llegando como llegan estos días de regalos sin fín, se me ocurrió que esta misma recopilación sería el mejor regalo que podría hacerle, en el que se vería reflejado un esfuerzo personal en hacer un regalo totalmente personalizado. Y, automáticamente, me vino a la mente este terrorífico argumento: - Pero si no vale un duro hacer esto. A lo sumo, te cuesta los 17 céntimos que vale un CD en blanco -.
No me digan que no es terrible. Tenía tan asociada la imagen de regalo con compra, que no podía concebir regalar algo en el que no hubiera invertido un desembolso considerable de euros. Enseguida me imaginaba a todos mis familiares al ver el regalo que le hacía mi padre, pensando todos : - Pero será tacaño y miserable el tío éste? -.
¿A ésto ha llegado la fiebre consumista? ¿A no poder valorar un regalo hecho con mi propio esfuerzo directo? ¿Ya sólo podía considerar un regalo como algo comprado con esfuerzo acumulado (el trabajo) transformado en dinero e intercambiado por un producto ya fabricado por terceros?
Entonces recordé los regalos que le haciamos a mi madre cuando eramos pequeños y no teniamos dinero, como bolsas hechas con papel e hilo y con dibujos pintados con ceras por encima en los que supongo que escribíamos (ya no recuerdo muy bien) cosas como "Te quiero, mamá", y cosas así. Y me da la impresión de que cuando recibía esas tonterías de manos de sus pequeñajos, era la mujer más feliz del mundo.
Así que me niego a caer tan bajo!! Le voy a hacer esa recopilación, y eso es todo lo que le voy a regalar!
Aunque...pensandolo bien...también le compraré algo en la tienda, no sea que el año que viene me regalen sólo calzoncillos de felpa de fabricación casera metidas en bolsas de papel en las que ponga "Te queremos, tacaño". |