Los espejos insoportables rascan de los silencios miedos asesinos, tuyos, ajenos, míos. Manos enfundadas en oxido podrido dispararon ácidos malditos. Pasó. Pasó como una sombra. lobreguez derrochada en pleno día. Aunque lo esperaba nadie preparó la cita. Esa carrera insípida dibujó precipicios de llanto en la huida. Y el cielo cobarde se desmembró en tu tobillo. Yo grite, muda, pero grite.
Texto agregado el 09-06-2006, y leído por 119 visitantes. (1 voto)