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El último salva a todos

La noche se asomaba por entre los árboles que acompañaban el recorrido cansino del pequeño arroyito. El rancherío se acostaba cansado sobre las márgenes del sucio curso de agua, que en alguna oportunidad supo de niños pescando mojarritas. El silencio era cortado sólo por algún ladrido lejano y por el llanto entrecortado de Dylan, el hijo menor de Nancy que estaba con un poco de fiebre.


“-¡Pica el Carlo atrás del árbol! ¡Salí no seas tramposo que ya te pique!
Espere algunos minutos pero ante la insistencia de la gorda Graciela salí de mi escondite caminando cabeza gacha, fui el primero, si el último no nos salva a todos la quedo. ¡Y gusto la gorda Graciela me viene a cagar!
-¡Pica el Mario entre los juncos! Grito la gorda y salió a las risas mi primo menor, con las patas llenas de arena y el short empapado de andar gateando por el juncal.
Poco a poco, uno a uno la perspicaz Graciela nos iba dando la captura, nunca supe si era por sagaz o porque de diez, ocho veces le tocaba quedarla a ella.
Entre dos luces en aquella tardecita de verano, cifraba todas mis esperanzas en la Nancy, ella no me podía fallar, podía estar a nuestro lado que no la veíamos, tenía toda la paciencia del mundo, era capaz de estar una hora quietita esperando la oportunidad para salvarnos a todos, porque en los códigos de la niñez, el último salva a todos.
Mientras todos los que habíamos sido picados esperábamos aburridos a que la gorda Graciela se alejara un poquito más de lo prudente de su valla, la Nancy tomaba aliento para recorrer los veinte metros que la distanciaban de su meta. Y así fue, como una flecha salió de entre los matorrales del arroyo y llego a picar la valla antes de que Graciela pudiera dar la vuelta hacia ella. Todos nos abrazamos y gritamos como locos, Nancy era lo más grande que hay, siempre nos salva a todos.
A las risas y soltando alguna burla fuimos al encuentro de la Gorda Graciela, que con sus cachetes colorados nos indicaba que para ella el juego había llegado a su fin.
Lentamente nos fuimos alejando de la costa y del arroyito que en la tarde nos había visto nadar y en la tardecita jugar a la escondida… Mario, mi primo, el más chico de todos, nos puteaba porque no lo esperábamos, mientras desesperado buscaba las chinelas que había perdido entre los juncales…


Llegue al pueblo en la mañana, dedique el resto del día a las obligaciones que me habían retornado al lugar de mis vacaciones de niños, y en cada uno de los contactos y tratativas que realicé con los lugareños, deslice preguntas sobre la actualidad del lugar y sus habitantes, sin delatarme, quería conocer el destino de mis amigos veraniegos.
Lucho y Aníbal ya no están en el pueblo, se fueron hace mucho. Jorge se exilió en Suecia con sus padres cuando la cosa se puso insoportable para ellos, vuelve todos los veranos. Graciela tiene un reparto de productos alimenticios (no podía ser de otra manera, pensé alegrándome por ella). Rosana trabaja en la fábrica y además es peluquera por su cuenta.
Pregunté por Nancy varias veces, pero no la conocen, nadie conoce a Nancy.


“Al Lucho se le ocurrió pescar a la encandilada. Esa tarde nos fuimos más temprano de la playa porque debíamos peregrinar por todas las casas en barra pidiendo los permisos correspondientes para que nos dejaran ir a la escolera de noche, todos juntos es más difícil que nos digan que no, presión y táctica de guerra infantil. Después que mi abuela dio el sí correspondiente a mi persona, quedaba ir por lo de Nancy, pero ella no nos dejo, dijo que eral al pedo, total a ella siempre la dejaban.
Nos quedamos sentados en el jardín de mi abuela mientras el resto se dispersaba corriendo a aprontarse para la aventura nocturna.
-Vamos, me dijo Nancy, acompañame a avisar en casa.
Caminamos en silencio las ocho o nueve cuadras que nos separaban del barrio de Nancy, cerca del cementerio. Su casita era la última de la cuadra, un ranchito muy bajo cercado por un alambrado sin portera…
- Esperame acá que ya vengo. Me dijo en voz baja frenándome con su mano metros antes de llegar…”



Los recuerdos desfilaban furiosos y entreverados por mi cabeza, momentos, hechos, palabras, gestos, corridas, olores, carcajadas, llantos…
Quería por todos los medios reconocer los terrenos pisados en la niñez, dibujaba en mi mente los contornos del monte y el arroyito, que nada tenían que ver con el lugar actual y los superponía intentando encontrar coincidencias. Todo desde el asiento de mi auto, en silencio, sin decidirme a bajar, a preguntar, sin decidirme a saber cómo fue y es su vida.
Casi lamenté por un momento haber preguntado por ella a la señora que me acompaño a mi habitación en el hotel, para la mucama Nancy no era una desconocida, su hija la nombraba a menudo desde que se integró al proyecto.


“Me senté en la calle de tierra a esperar a la Nancy, pasaron más de veinte minutos en los cuales me entretuve jugando a la payana con cinco piedritas, por allá a las cansadas levantaba la cabeza al oír algún grito que escapaba por las ventanas sin postigos del rancho.
Nancy salió igual a como había entrado, traía con ella un mojarrerito que era de uno de sus hermanos.
-Vamos, vamos antes que se ponga insoportable… me dijo y yo guarde silencio sin saber que decir.
El regreso fue distinto, conversamos, nos reímos de todos los demás de la barra y hasta me pareció lindo su pelo descuidado y la risa contagiosa que a todos nos alegraba.
Esa noche entre las grandes piedras de la escollera, mientras los demás intentaban pescar con un farol que irremediablemente se les apagaba, di el primer beso de mi vida, el que nunca se olvida…”



Camine los metros que me separaban del rancho con mucho nerviosismo, me transpiraban las manos cosa que siempre delata mi estado de ansiedad, bajé torpemente por un caminito de tierra muy angosto hasta quedar a unos metros de la puerta del pulcro rancho, he hice sonar mis manos.
- ¿Quién? Se oyó desde el interior del rancho
- Un amigo. Respondí torpemente.
- No juegue, ¿quién es carajo? Respondió Nancy con el mismo carácter de cuando era chica.
- Soy Carlitos Nancy, el nieto de doña Pancha…
La puerta se abrió y entre las luces del interior y la oscuridad que me abrazaba apareció una mujer desconocida con un niño pequeño en brazos.
- Carlitos, ¿sos vos?, pasa, pasa… ¡que alegría, cuantos años…! ¿Qué haces acá?


La vida le pegó desde siempre a Nancy, “la Nancy” como le decíamos cuando niños, no sólo su padre.
Jorge de 18, Laurita de 16 y Dylan de 2 años son sus hijos, los últimos son de su compañero actual, que nos acompaña mientras ceba mate, del padre de Jorge no quiso hablar. Tristemente se acuerda del arroyito donde jugábamos en los veranos de nuestra niñez y me dice que no lo vea ahora, que lo guarde en mi memoria tal como lo viví. Alegremente y con picardía me toma del brazo y recuerda el beso que nos dimos que para ella no fue el primero pero para mí si y al saberlo vuelve a reír con la misma risa contagiosa de niña, al observarla descubro que su rostro, aunque desgastado mantiene los mismos gestos que tanto me atraían.
Nancy está luchando por salir de la miseria, pero no sola, quiere sacar a sus vecinos, a sus hijos. Nancy organiza, reúne y es la fundadora del proyecto que nuclea a las mujeres del rancherío para fabricar conservas y dulces en forma cooperativa.
Nancy me dice que es sólo el comienzo.
Nancy sabe que desde siempre es ella la que debe salvar a todos.

Texto agregado el 09-06-2006, y leído por 276 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-07-2006 Los "flashbacks" están geniales y resulta conmovedora la contenida grandeza de la protagonista, Nancy ***** walker
30-06-2006 Me sentí La Nancy de tu historia, me sentí primer beso y hasta agua fresca del río. +++++ pene-lope
13-06-2006 Muy Bueno- honeyrocio
12-06-2006 que NO escatimen en luz, quise decir... un susurro susurros
12-06-2006 Dios mio... no sé por donde empezar.. quizas cuestionandome porque intento escribir cuando hay personas como tu que con su talento, me hacen sentir que yo he nacido para vivir de otras historia. Me conmovio, me llevó lejos.. aqui se llama jugar al escondite y el que levanta la maya... canta.."Por mi y por todos mis compañeros!!... el final de la historia me erizó la piel... te dejo mis estrellas todas, espero que escatimen en luz... un susurro* susurros
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