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De nuevo el sol despierta por detrás de las montañas. Los primeros rayos del aura caen sobre el rostro pálido de Joaquín. Él despierta como cada fin de semana, crudo y con el aliento semejante a excremento de palomo. Talla sus ojos y limpia la baba que sale de su boca.

Sin preocupación, Joaquín prende el modular que se encuentra a dos pasos de su cama. Tambaleándose, aún por los efectos del Bacardi, busca en su closet alguna toalla limpia, unos boxer y una playera del Pumas.

Se dirige al baño. Abre la perilla y deja salir el vital líquido. Se da una ducha, mientras entona su melodía favorita. “Quiero una novia pechugona, que sea bonita, que esté bien buena... quiero una novia pechugona..”.

Luego de cantar y juguetear en la regadera, Joaquín sale aún enjabonado. El agua volvió a terminarse. Sale furioso. Se encierra en su habitación, se quita la toalla. Se asoma por la ventana y la ve. Sí, es ella, dice con una voz dulce, mientras su mano se dirige a su lado oscuro, con la intención de acariciarle y consentirle un momento.

Ella, es la escultural chica que vive frente a su casa. Sus familiares y amigos la conocen como María de la Paz Concepción Guadalupe, pero desde que llegó a la capital, se tiñó el cabello de rubio, embelleció su cuerpo y va a los aerobics, todos la llaman, simplemente, Marry.

Joaquín quedo enamorado de Marry, desde el primer momento en que la vio. De echo es la culpable de que Joaquín moje sus sábanas, todas las noches de luna nueva, llena, cuarto menguante y cuarto creciente.

Él es feliz con sólo mirarle. Sueña despierto con sólo verla. Imagina que la desnuda poco a poco, que la acaricia y la besa con pasión. Que juntos descubren sus bellos rincones, mientras la radio disipa, por la habitación, las notas de una melodía de Sting.

De repente, el sueño se desquebraja, se rompe, por la voz de su madre. ¡Joaquín! ¡Joaquincito! Mi vida. Ya está servido el desayuno chiquito. Chingada madre, ¡Ya voy!, responde molesto, no se pudo esperar cinco minutos, si ya me faltaba repoquito.

Ni tardo ni perezoso, se viste y baja al comedor, a disfrutar de los encantos de la conversación de su madre:

¡Hay hijito!, cada día te tardas más, pues que tanto haces corazón, a qué hora llegaste anoche, es que no te oí entrar. Mmm, como a la una má. Mentirosito, ¡Mírate nada más Joaquincito!, te he dicho miles de veces que las desveladas hacen daño, ya te fijaste en las ojeras que traes. ¡Otra cosa hubieras aprendido de tu padre!. Sí mamá. Baja los codos los mesa, ¡Desayuna despacio!, come bien porque te estas poniendo bien flaco, hasta las piernas luego se te doblan. Deberías buscarte una novia, ya estas en edad hijito, no que esas amistades tuyas, quien sabe en que malos pasen anden. Sí, mamá. Te voy a llevar al doctor, no es normal que a tu edad tengas esas ojeras de perro, se me hace que algo te preocupa o tus amigotes andan de mariguanos. ¡Por favor mamá...

Al terminar el almuerzo. Joaquín se persigna, se lava los dientes y se reúne con sus amigos para echarse la clásica cascarita. Al terminar el afanoso encuentro, Joaquín platica con Rudy, su cuate del alma.

Chale Rudy, la pinche Marry me trae del ala. Y por qué no le hablas, dile a tu jefa que te la presente, al fin es comadre de su tía ¿no? Neta, no sería mala idea. Pues no, además sólo te estás enculando y ni siquiera la saludas. Lo que pasa... es que tiene novio... ni modo de tumbársela al pendejo ese y romperle su corazoncito al pobre infeliz. Se me hace que eres joto. No mames, yo soy macho, del verbo no me agacho porque se me hace gacho.

Mientras tanto, los padres de Joaquín hablan sobre su vástago: ¿Oye viejo? Joaquincito tiene varios días en los que se ve muy raro, ¿No tendrá algún problema, tú? No te fijes Lupe, contesta mientras ve la televisión, son cosas de chavos... es la edad. No Raúl, es que mi Joaquín tiene algo, se me hace que voy invitar a comer a su amigo para que me diga que tiene el niño, seguramente el Rudy ese sabe algo. ¡Ah, que Lupe tan preocupona!, haz lo que quieras, al fin es tu hijo.

Joaquín está decidido. A unos pasos de su casa ve a Marry con un vestido azul entallado que recorre su silueta hasta arriba de las rodillas, y con un escote que le permite dejar ver sus encantos y su pequeño lunar con pelos. Marry lo ve, pone una de sus manos en la cintura y le guiña un ojo. Joaquín se pone rojo, el calor sube a sus mejillas. Marry le manda un beso. Joaquín no lo cree. Marry le envía otro. Joaquín mete su mano derecha al bolsillo de su pantalón y corre al baño de su casa, sin despedirse. ¡Oh, Marry!, ¡Marry!, ¡Ay Marry, que linda!, dice Joaquín mientras los ojos se le voltean hasta ponerse en blanco, ¡Ay chiquita!, ¡Cosita pedrorra!, dime que me quieres mami, así, así, mmm. Si Marrry, sí....

Joaquín no podía creerlo, pasó del cielo al infierno en más de cuatro ocasiones, hasta que el cansancio lo invadió y se quedó dormido. Al día siguiente, con las piernas cansadas, Joaquín se baña, se perfuma y se va a la escuela. En la entrada descubre a Marry, no puede creerlo. Ella se acerca y lo besa en la mejilla. Le invita a tomar un helado, lo lleva al cine, lo sube al taxi y lo lleva a un lujoso hotel de Calzada de Tlalpan.

En la habitación, Marry pide un par de cervezas. Le da un beso telenovelesco a Joaquín, este queda en shock. Marry entra al baño. Joaquín habla, sólo con quien puede escucharlo: No me falles, pinche Marrry si supieras cuantas veces soñé con estar a tu lado y hacerte vibrar. Con quien hablas. Este... con nadie. No estés nervioso mi amor ¿Crees en el destino chiquito? Esss...te sí. Si supiera Joaquín cuantas noches soñé con estar a tu lado.

Marry lo besa, lo desviste lentamente y lo recuesta en el colchón king Size. Recorre cada parte de su cuerpo, en algunas se detiene un par de instantes. Marry se levanta de la cama. Joaquín está a punto de ver el Apocalipsis y el Genesis frente a sus ojos. Marry prende el radio y baila mientras se despoja lentamente de su ropa. Baja los tirantes de su vestido negro. Se quita las medias. Descubre sus senos. Se acaricia. Lanza su sostén sobre la mirada de Joaquín. Baja su vestido y deja ver sus caderas y el bello ombligo, adornado por un percing. Baja su vestido y joaquín va al extasis ¡Noooooooooo!, ¡Maaaaamaaaaaaá!.


Es domingo. Joaquín despierta algo crudo, con dolor de cabeza y un aliento como de excremento de caballo. Aún tiene las secuelas del Bacardi Añejo de ayer. Se levanta de la cama. Aún mareado descubre la ventana. Tras ella se encuentra Mario, el vecino de enfrente, un tipo de ojos claros, güero, alto y algo atractivo, pero Joaquín le ve un defecto.... su novio.

Texto agregado el 09-06-2006, y leído por 120 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-10-2006 me encanta el coentario de susurros!! jejeje sirako
22-06-2006 aajaj carajoooo!!!,a ajajajaj... primero decirte que me encanto, suenas tan mexicanazo, ajaja, ha sido como ver una peli de estas mexicanas de la tele, ajaja. Luego la historia, ajajaajajaja...:p, me imaginaba un desenlace mas o menos asi porque los escritores yo creo que sois retorcidos y os dejais llevar por la envidia de los personajes que creais, ajajaja... aiiis pobre tipo..esto tenia que haber acabado bien, ajajajjaa.. un susurro* susurros
 
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