Literatura joven, ¿esfuerzos desesperados?
En los últimos meses América Latina, puntualmente en Colombia, ha visto una explosión de escritores jóvenes, con novelas y cuentos, que aunque bien trabajos y con temas atractivos, parecen ser producciones de un carrera contra el anonimato. Más allá de narraciones sobre realidades presentes, o pasados oscuros estos textos carecen de fuerza literaria.

Una observación que he escuchado frecuentemente es el afán que tienen los escritores por comenzar a figurar desde temprano en el horizonte literario, lo que podría significar el sacrificio literario de un autor que demanda por madurez de estilo, así como la depuración de sus historias.

Títulos, en el caso colombiano, como “La mujer en el umbral” o “Final de las noches felices”, parecen cortados con la misma tijera, a pesar de que sus autores son completamente distintos. Narraciones de personajes en extremo ‘filosóficos’, por no decir pretenciosos, sobre asuntos banales se han convertido en el pan de cada día.

Lo positivo del asunto, es que a falta de riqueza de lenguaje, proveen al lector novato y esporádico de una literatura de fácil acceso intelectual, a través de un estilo coloquial que se puede acercar más a la realidad de las personas del común.

Como libros de ‘mesa de noche’ o para divertirse, estas obras resultan excepcionalmente atractivas, son capaces de arrancar una sonrisa o provocar el mayor de los estupores, sin embargo sus conclusiones, aceleradas a veces, no ofrecen un final con sabor, o que deje un gusto duradero, sino un paradójico término empalagoso y a la vez desabrido.

Con relación a los autores, Mauricio Bonett y Álvaro Robledo, no puedo desconocer su trabajo y su logro literario, pero debo señalar algunas similitudes que aunque no explican la cercanía de sus estilos, son necesarias para un panorama más claro.

Ambos estudiaron en alguna época en colegios de religiosos, Robledo lo hizo con jesuitas, ambos tienen en su familia antecedentes literarios, hermanos para ser más preciso, escritores de carrera consagrada, y finalmente sin querer ser mezquino, son personas que han vivido fuera de la realidad de su país, en el extranjero.

No obstante, son indicios de que en este momento está bullendo un caldo de cultivo de nuevos literatos, que existe una preocupación por la creación de historias, y que está llamando a jóvenes colegiales y universitarios a vincularse al oficio de leer y escribir, tarea que durante muchos años ha sido el callo de la enseñanza de los maestros de español, gramática y literatura.

Todavía mucho tiempo, y paginas, para perfeccionar una de las actividades artísticas más complicadas, la de encantar a las personas con palabras, profesión que es sufridísima y que requiere muchas veces de toda una vida.

Finalmente la tarea consiste en crear un movimiento autocrítico, así como una sólida industria cultural que tamice la producción artística por fuera de los criterios de nombre y dinero. Por ahora es preferible practicar antes publicar.