Ahí donde se escucha el chocar de las aguas del río, se oye también el llanto de un infante.

Caminando con su madre a las orillas del río, un pequño niño fue distraido por una persona de gabardina degra a la cual no se le distiguía el rostro.

El niño tuvo miedo, pero a la vez curiosidad, así que soltó la mano de su madre y se apresuró a dónde estaba la persona, la cual permanecía al otro lado del río.

Se escuchó el grito de la madre y el temblar del niño, al caer sobre las aguas y ser abrazado por unas manos de tierra, las cuales lo aprisionaron en el agua y lo encerraron, el niño salió a flote, pero su madre ya no estaba miró al extraño sujeto que permanecía al otro lado del río, este levantó la cabeza y al ver al niño esbozó una sonrisa macabra, era la muerte quien sonreía al niño.

El niño salió del río y comenzó a llorar, tan amargamente que se gravó en el murmullo del río aquel llanto de dolor y permaneció llorando hasta que años después su madre regresó a su lado y le abrazó eternamente hasta consolarlo.