La ventana semi abierta,
Las cortinas entornadas,
El Sol ocultándose lento,
Dorando apenas las terrazas,
Ajenas, lejanas, distantes.
La ventana mira al Sur,
Yo miro al sur por la ventana.
Un edificio blanco, techo negro,
Me bosteza con sus cuatro bocas,
Que semejan hoscas buhardillas.
Los últimos cuatro balcones,
De otra gris construcción,
Le ponen banderas verdes
Al otoño porteño.
Desde una veleta, un toro rojo
Me señala el este,
Anacronismo urbano
Que se esconde tras la mole
De un tanque de agua citadino.
Obscena, una cúpula pizarra
Se me muestra como un seno,
Sugerente y sugerido,
Con su pezón metálico
Apuntando al cielo.
Adivino las intimidades
De quien habita el último piso
Del departamento que mira al oeste
De ese edificio de ladrillos,
A través de sus minúsculas prendas
Que se bambolean en la brisa
Que el ocaso trae a su llegada,
Y con ella mi imaginación vuela
Hacia otras construcciones
Mas cálidas y humanas.
De una mujer el vientre
Se me ocurre ver,
En un tinglado acebrado,
No tiene ombligo, y tampoco tiene
El agitado vaivén
De un vientre acariciado.
La ventana me veda el norte,
Su ojo solitario mira al sur,
Atisba el este con la toruna veleta
Y se vuelve occidental
Con la lencería del balcón.
Eso es suficiente, para mi imaginación.
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