Hay una parte de mí que no me obedece
que me traiciona en cuanto le doy la espalda
y me pone una trampa apenas me descuido.
Me hace cruzar los semáforos en rojo,
estacionar donde no debo,
ir a contramano,
robar las manzanas del vecino,
tirar piedras a los faroles de las plazas,
- casi nunca acierto -,
fumar hasta mancharme la vida de nicotina,
hacer promesas que no cumplo,
llegar tarde a la dicha,
a la suerte, al trabajo, al amor.
Actúa por si sola y se complace a si misma.
Se ríe de la ley,
no respeta las normas
y boicotea mi vida diariamente.
No puedo controlarla, no sé que hacer con ella.
Aunque habite en mí nunca la he visto,
es una extraña inquilina que no puedo desalojar.
Se asoma cuando me equivoco,
se manifiesta en cada olvido,
aparece cuando no pienso,
cuando duermo, cuando sueño.
Es esa parte de mí
que me hace tropezar
dos veces con la misma piedra,
jugar con el fuego,
caminar al borde del precipicio,
que te desea a mi pesar
y no me deja decirte adiós
porque no puede vivir sin ti.
Es esa parte de mí
que pasa por tu casa, porque en el fondo sabe,
que hay una parte de ti
que siempre le abrirá la puerta.
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