A los finos pasos que rodean lentamente este hueco con sabor a celda he pedido escucharme, oírme.
Cada mañana, tiempo antes de que salga el sol, he calculado por mis recuerdos que a eso de las 4 a.m. los finos pasos marchan alrededor mío, se escucha a lo lejos el murmullo de una voz, suave y blanda… imagino su rostro.
Llevo 10 días sin comer desde que intente escaparme y mordí al vigilante que se hacia al final del callejón donde podía divisar un poco de luz, recuerdo ese día con mucha nostalgia, pude ver las manos del hombre de los finos pasos, y vi algo hermoso que me llamaba aún más a la libertad… y lloré.
El estomago me duele al punto que ya no puedo escuchar los pasos, de nadie, no oigo nada, me acurruco para no sentir tan fuerte el dolor, de repente; disparos, y más cerca los finos pasos, el hueco empezó a incendiarse; tengo miedo. Este es mi final.
El humo inunda mis pulmones, me siento muy débil, no puedo pararme, el camino a mi libertad se ve mas despejado. Nunca volveré, de nuevo a lo lejos los pasos, esta vez más fuertes, dudo por un segundo pero no, son esos. El disparo, caigo frente a sus ojos y no siente nada. Nada
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