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Techo

Gato culiao caliente. Pensó. No conseguía dormir y más encima el mismo gato de siempre caminando sobre el techo repartiendo gritos. Encendió la luz y prendió la radio. La música era un asco. Observó el reloj eran las 3.19, se miró las manos y echo fuego a un cigarrillo. Intentó leer algo pero estaba demasiado fastidiado como para hacer algún esfuerzo mental. En la cama se dedicó a mirar el techo.
Estaba solo, mirando el techo y con ganas de tomarse un trago. Pero era demasiado patético beber solo, inclusive para él, todavía conservaba algo de decencia. Sonrió al pensar en eso, decencia, él pensando en decencia. Se levantó y miró por la ventana, el piso estaba frío. En la calle no se veía mucho, se distinguía un borracho apoyado en un poste del alumbrado público; bueno por lo menos era un borracho. Volvió a la cama. No era tan mala la idea del trago, si bien el borracho no se veía feliz por lo menos estaba inconsciente, aturdido después de un par de botellas ¿y un pito tal vez? No. No quería pensar. ¿un somnífero? No, tenia que ir a su maricona rutina laboral. Bueno; su trabajo en sí era un somnífero.
Que mierda toda mi vida es un somnífero. Exclamo resignado, humillado. Contempló el reloj que se ganó en la rifa de la empresa, en que cresta estaba pensando cuándo lo colgó frente a su cama. Tac-tac los segundos marcaban el paso y subió el volumen de la radio para aplastarlos. En realidad no había mucho que esperar ya eran las 4:00 y su techo no le otorgaba mucho descanso.
Se levantó despacio y se preparo una piscola, no tuvo que caminar mucho, su departamento era diminuto que más podía esperar de una población rasca como esa, ignoro el televisor y volvió a la cama. Bebió maldiciendo la calidad del licor, miro los cigarros, también eran baratos. Se tendió, allí estaba el reloj mirándolo lanzó el vaso contra él y ni siquiera pudo acertar, solo quedo una gran mancha en la pared y vidrios esparcidos por el piso.
El reloj aún estaba ahí. Miró su techo, le pareció tan bajo. Finalmente cerró los ojos y se durmió.
¡Ti-ti-ti-tii¡ mierda parecía que solo había pestañado, se levantó lo más rápido que pudo y en su carrera al baño piso los vidrios rotos.
Miró sus pies sangrar por un rato, apoyó su espalda en la pared y comenzó a sacar los cristales de carne, con las manos ensangrentadas tomó el reloj mural con la determinación atrincherada en sus ojos de un mesiánico "no más". Abrió la ventana de par en par y sus ojos se toparon con una profusa mancha de vómito y sangre junto al poste.
Correos de Chile, buenos días. Se escuchó al otro lado del auricular. El estaba sentado en la cama mirando el reloj colgado en la pared, podía ver su figura distorsionada en la redondez plástica que encerraba las agujas del tiempo.
- Buenos días; habla Marcela, en que lo puedo ayudar… aló
-Soy Carlos, llegaré un poco más tarde hoy. Colgó. Sus pies aún sangraban

Texto agregado el 06-06-2006, y leído por 199 visitantes. (1 voto)


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