Odio que tus besos no sean para mis labios, que tu sonrisa despierte cada mañana a otra que no sea yo, que tus brazos rodeen otra cintura que no es la mía, que abras tu alma sin mi permiso, que entregues tus caricias a otra piel,...
Odio que no me ames.
Pero aun así no puedo dejar de adorarte, de esperar que tus ojos se crucen con estos míos por accidente, que dibujes en el aire unas palabras bonitas y mis oídos consigan alcanzarlas, y soñar que son dirigidos para mí todos tus pensamientos, que tu boca solo conozca el sabor de mi piel y que tu intimidad esté intacta desde que no me amas en tus noches.
Y aunque odie cada desdén que me haces, amo cada pequeño aprecio que me regalas sin querer.
Juegas conmigo porque conoces mi debilidad por ti, porque el roce de tu voz me pierde, porque a una sola señal tuya me atraes hacia ti, y no puedo evitar perdonarte que no me quieras, porque solo te pido que me dejes estar a tu lado.
Y deseo que me domines constantemente, que me pidas, y me ordenes, y que si no quiero me obligues a quererte por siempre, y que si intento huir me hagas comprender que sin ti no soy nada, que sin ti no soy nadie...
Sé, y sabes que solo tu me haces sentir fuerte, sabes lo que necesito a cada instante, que eres mi opio, mi necesidad primera del día.
Pero ahora, en este momento rehuyes de mi, y me niegas la droga de tu alma, y dices no amarme ni haberme amado nunca, y te entregas a otra, y por eso, te odio, odio que tus besos no sean ya para mis labios, que tu sonrisa despierte cada mañana a otra que no sea yo, que tus brazos rodeen otra cintura que no es la mía...
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