La niña pasó un dedo por la oscura casita de chocolate. Ummh, está rico —pensó, mientras lo probaba. Recordando entonces la cestita que llevaba en la otra mano retomó su camino, mientras ignoraba la voz que pedía ayuda desde el interior. El lobo, menos cauto, fue quien le abrió la puerta.
Texto agregado el 04-06-2006, y leído por 411 visitantes. (5 votos)