En ocasiones ocurre que conoces a una persona, y esa persona demuestra ser auténtica, ser más que cuerpo, alma, y pasión. Una pasión que pone en lo que le importa de verdad, y que la contagia a todo aquel que le rodea. Suelen amar lo que hacen, tienen sus ideales tan claros que da miedo seguir sus pasos, no les importa lo que tengan que pasar para conseguir lo que desean, y su lema es la sencillez y una hermosa sonrisa.
Cuando compartes tus inquietudes con ellos, nunca les faltan palabras de apoyo y comprensión. En cierto modo, representan un ideal de persona, al menos, son mi ideal.
Cuando les veo, me recuerdan que tal vez la felicidad no tiene que ser necesariamente material, que no hay que empeñarse en ser más artificial que el otro, que a las personas, cuando te das a conocer, no se les queda de ti tu ropa, o el reloj que llevas, sino tu interior, y tu forma de darte a los demás.
Nunca le damos la importancia que se merece a que los que te rodean se queden con una imagen especial de ti, de darles la posibilidad de que al recordarte tu imagen les sea entrañable, que puedan pensar que tenías algo muy especial que dar a la vida y que enseñarles.
No tienes porque dejar una gran huella tras tus pasos, con solo enseñar algo insignificante basta, como que unas bellas palabras a tiempo ayudan a evitar muchos errores.
Aunque ya es tarde, yo habría agradecido que alguien con sencillas palabras me hubiera explicado lo efímero de esta vida, así podría haber aprovechado el tiempo con las personas que de verdad me importaban.
Pero eso me toco aprenderlo sola, y más vale tarde que nunca, porque hoy no dejo pasar un día sin demostrar a quienes quiero mi aprecio, y lo mucho que me importan.
Querría mirar atrás y poder decir que a nadie hice daño, que pase por mi camino sin molestar a nadie, pero no es posible. Inevitablemente, en mi andar dejé a muchos abandonados porque no les consideré lo suficientemente buenos para acompañarme, y me arrepiento tanto...
Quise que me comprendieran todo, y me negué a comprenderles. Y aunque digan que nunca es tarde para remendar un error, el rechazo que yo sola sembré a pasado a ser mutuo.
Quedarán en mis recuerdos esas personas a las que no supe valorar a tiempo, y otras muchas que creí eternas en mi ignorancia de que existe un Fin. Igual que existe el fin de estas palabras...
zenobia
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