El agua limpiaría mis heridas, y estuve una hora en la ducha y me repetía, “saldré como nueva, todo de nuevo, a foja cero, tira para arriba, vamos que tu puedes!!”
Decidí que era el momento de salir, pero alcanzo de reojo a ver un hilo de sangre que
se dirigía suavemente al inquietante agujero por donde todo desaparece, entonces espere, porque soy conciente de que nada sana tan rápido y que hay que darle una oportunidad al fantasma sanador de heridas. Cuando el agua se deslizaba limpia y pura, comencé a salir a hurtadillas, despacito, porque me podía herir de nuevo!!!! Y ya no tenía tiempo de seguir en la ducha. Logre salir y no tenia rastros de heridas, ni de sangre, ya nada me dolía. Increíble la ducha!!! Me dije, palmeándome los hombros, orgullosa de mi terapia sanadora sin costo.
El día corrió normalmente, todas las actividades hechas, tareas cumplidas, y yo caminaba por ahí como si nada hubiera pasado, pues me había curado, como otras veces, y además tenia el aliciente de que cada vez era mas rápido, me levantaba como un mono porfiado. Estoy cada día más sabia, me felicite. Estas arruguitas no son gratis, son testimonio de mi madurez. Que bien.
Cuando llegue a casa, había gran gentío, puertas abiertas, gritos, llantos. Corro desesperada, entro al baño y me encuentro en la ducha con una de mis manos extendida tratando de tapar aquel agujero por donde se iba mi sangre, que emanaba lenta y densa de mis cuantiosas heridas.
|