Lucía, de cinco años de edad, grandes rizos del color del oro, grandes ojos azules tan grandes que aquellos que los miraba creían estar observando el mar, con una estatura media adecuada con su edad poseía el tesoro más hermoso que jamás nadie pudiera imginar, su amigo Pedro. él era un chico normal, decían que se parecía a Pedro el de las montañas, el de Heide.Eran muy amigos, tanto que en muchas ocasiones no era necesario hablar, sus miradas, entre el mar y la montaña, lo decían todo.
Ellos vivían en el lugar más hermoso que jámás haya sido descrito e incluso imaginado, era un pueblo costero, un pueblecito de pescadores, bañado por el Mediterráneo, una pequeña bahía en forma de concha envolvía a las pocas viviendas que habían sido construidas, las mañanas eran tan azules y las tardes tan rojas que parecía que alguien hubiese volcado unas latas de pintura.
A Lucía y a Pedro les encantaba a la salida de la escuela corretear a la playa y contemplar juntos el espectáculo que cada día el sol le preparaba a la luna, mientras los barcos más pequeños regresaba de sus faenas y los de mayor tamaño se disponían a comenzar su jornada de trabajo, era su momento, aprovechaban esos minutos para contarse todo lo que les había ocurrido.
Aquel día Lucía le dijo a Pedro:
-Pedro, se que te vas a reir de mí porque seguro que mi pregunta es una tonteriá pero…
-No pasa nada, cuentamelo que seguro que no me río.
-Pero esque.
-Pero esque nada venga, Lucía.
-Esque…- dijo a la vez que retorcía los brazos y se colocaba en cuclillas- Ayer, vino mi tía a casa y está embarazada, cuando se fué yo le pregunté a mi madre como había llegado a la tripa de mi tía, pero ella me explicó no se que de unas semillas con flores y no me enteré de nada. Yo lo he estado pensando- Lucía comenzó a inquietarse y parecía muy preocupada- y creo que la única forma de que el bebé haya llegado hasta ese lugar esque se lo haya comido- sus enormes ojos comenzaron a hacer aguas- y, y,y…¿mi madre me comió, me partió en trocitos para comerme?- Dijo lucía por fin-.
-Jajajajajajajajajajaja- replicó él- pero, pero, ¿cómo has podido pensar eso?, lees menos que los niños del 2006, no Lucía, anda que no saber que los niños los venden cuando son muy pequeños en las farmacias, por eso tu madre no te cortó esque eras muy pequeña, como una cápsula, y así llegas a la barriga, poco a poco el bebé va creciendo- Lucía tenía la boca totalmente abierta y su cara delataba que ahora todo lo veía claro- se llaman predictor.
Al día siguiente, al otro, al otro y al otro Lucía acudió puntualmente a su cita pero Pedro no apareció.Cuando los años comenzaron a esculpir las caderas de Lucía y comenzaron a aparecer curvitas por delante, detrás, y a los lados, un día cuando el sol rompía dejando una estela de escoltas a la luna, en ese mismo instante ella tuvo que frotarse los ojos varias veces porque no podía creer lo que estaba viendo, él mucho más alto de lo que recordaba, pero sus ojos eran los mismos, esos ojos que en tantas ocasiones lo habían arropado, corrió por la playa hasta fundirse con él en un enorme abrazo.
Antes de que él pudiese abrir la boca le dijo Lucía:
-Te he echado muchísimo de menos, no puedo creer que te marcharas y me dejaras sola sin decirme nada.
-Él lejos de pedirle perdón a ella-le replicó- No puedo creer lo que me estás diciendo, pero bueno esque no has visto las huellas en la arena, ¿no te has dado cuenta que son mucho más grandes que tus piés no podía ser tuyas?. Lucía esas huellas eran las mías yo te llevaba en brazos aquellas huellas no eran las tuyas sino las mías.
Todos al final somos como Lucía, siempre al andar por la paya aunque veamos que son muchas más grandes que nuestros piés seguimos pensando que son nuestras y no somos capaces de asimilar que si el lazo que nos une a una persona es lo suficientemente fuerte aunque no lo veamos, no andamos solos.
UNITA.
http://unita.wordpress.com
|