Y es que malditos seais los
fantasmas, juguéis con ventaja,
doléis de verdad,
aunque luego os vistáis de
mentira y por eso no os pueda
atrapar.
LODVG
Guapa
Cuántos cuentos cuento
Sentado tras la ventanilla, me asomo y miro mis sentimientos. Me sorprendo nuevamente de cómo un lugar, que no es en modo alguno hermoso, puede ser el recipiente de numerosas nostalgias, que en estos pocos días no tuve más opción que recuperar. Sin embargo, ello no implicó un sueño en el pasado, sino más bien una cada vez mejor perspectiva del presente.
Afuera llovizna y en cada gota encuentro un retazo de mi existencia, sea reciente o no tanto. Me asomo otra vez y están ahí estos momentos en los que viví desde otra esquina con quienes ya quería mucho, para terminarles queriendo aún más. Bajo el influjo de la fascinación ya conocida, fui cortando en pedazos y volviendo a unir, respirando, absorbiendo, aprendiendo y buscando, recorriendo y palpando, aplaudiendo cada nota.
Hubo un hubiéramos que no ví venir, quizás porque no venía al caso ni siquiera como una más de las bromas de siempre, pero igual me alegro por la vida que hoy florece en las entrañas de la tierra abonada con amor.
Me elevo y con los ojos sigo los cerros que se alejan y son borrados implacablemente por las cortinas de lluvia. Bien dicen que las cosas se ven distintas desde arriba.
Cierro los ojos y disfruto por anticipado el regreso que me espera, el hogar tibio, el corazón atento. Agito el pañuelo blanco hacia atrás y me despido otra vez de los rincones de la añoranza.
Vuelvo a mirar a través de la ventanilla: todo es vapor.
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