Cada persona es un mundo escogiendo zapatos.
Algunos sobre todo buscan zapatos cómodos, da igual que le gusten más o menos, el requisito imprescindible, es para muchos, la comodidad. Otros, en cambio, les piden que sean bonitos, dándoles igual que sean confortables (esos, a veces, son los que más sobaduras suelen hacer) Otros buscan zapatos solo de verano o de invierno y algunos de los que sirven para todo el año.
Hoy en día, tal y como esta el mercado, hay zapatos muy económicos pero estos suelen durar poco tiempo. En cambio, hay otros caros y difíciles de conseguir, por lo general suelan durar más, aunque no siempre se cumple esta norma. Lo curioso de los zapatos caros, es que suelen hacer bastantes daño a los pies (o quizás es que el daño se siente más porque el precio pagado ha sido más alto)
El problema es que cuando unos zapatos caros nos hacen daño, no solemos tirarlos, sino guardarlos en el armario, y de vez en cuando seguimos intentando andar con ellos, con lo cual, vuelven a nacer viejas cicatrices y heridas que creíamos ya cerradas.
Cuando se sale a comprar zapatos, parece que nunca hay nada de lo que se necesita, sin embargo, en días en los que no te propones para nada comprarlos se encuentra en cualquier escaparate, (pero la mayoría de las veces o no se lleva dinero encima o ya se compró otros que no convencían demasiado) Siempre existen dos opciones: dejarlos escapar ( que supondría no parar de pensar en ellos durante varios días) o comprarlos aunque seguramente será un problema calzar dos pares.
Si se compra los primeros zapatos que gustan en la primera tienda, se suele tener varios conflictos: Comparar lo que se ha comprado con todo lo que hay en el resto de escaparates o lo que es peor, creer que cualquier zapato que hayan comprado las amigas últimamente son mejores que los tuyos.
Existe la alternativa de hacer un estudio de mercado y ver que es lo que hay y a que precio, antes de adquirir cualquier artículo. Claro que se corre el riesgo de que en el transcurso en el que se han estado probando otros zapatos, alguien se haya llevado aquellos que gustaron en la primera tienda. Además, suele ocurrir, que como gusten los primeros, inconscientemente se busca lo más parecido a estos en el resto de zapaterías.
A veces, he pensado cual sería mi ideal de zapatos. Me gustan los zapatos altos, de esos que hacen crecer, sentirse más atractiva y que no hacen daño en los pies. De los que sirven tanto para salir un fin de semana, como para ir a trabajar, que no aprieten, pero tampoco queden demasiado grandes.
Hay algo que no nos planteamos: ir descalzos, y no por no poder comprar unos zapatos, sino tomando y siendo consciente de esa decisión. A todos nos encanta andar descalzos y dejar que nuestros pies sean libres y respiren.
Hoy en día nos han vendido la necesidad de utilizar zapatos y quizás sea hora de replantearse la cuestión, no por miedo a pincharnos o a resfriarnos dejar escapar la alternativa de andar descalzos.
La primera sensación de poner los pies sobre el suelo frió es de rechazo, luego poco a poco, empieza a gustar, pasaremos por la fase en la cual nos pinchemos y aparezca la necesidad inmediata de volver a calzarnos, superada esta fase, genial, es más la sola la idea de tener que hacer nuestros pies otra vez prisioneros, producirá rechazo. De todas formas esto es solo una opción y ¡es bueno saber que la tenemos!
El mundo de los zapatos me ha enseñado mucho pero de todo me quedo, con el haberme hecho plantear dos cuestiones;
QUIZÁS NO HAYA ZAPATOS PARA TODA LA VIDA Y TAMBIÉN EXISTE LA POSIBILIDAD DE CAMINAR DESCALZA.
|