Esta noche, niña mía, en ti me inspiro a escribir, pienso en como sería, tal vez contigo vivir.
Te conocí como a otra sin importarme siquiera, era como convivir con una chica cualquiera.
Poco a poco descubrí que eras tierna por dentro, aunque por fuera un tormento siempre veía venir.
Me ennovié con una amiga, yo la amaba con locura, y frente a una sepultura realmente te conocí, en la tumba de su madre, que yacía en velorio, me di cuenta aquella noche que eras como un tesoro, de esos de los que ves pero no te pertenecen, pero de igual modo lo quieres, pésele a quien le pese.
Mas tarde intenté jugar, pues, con la vida de todos, lanzándote hacía los brazos de un maldito que hizo un robo.
Se robó tu corazón, tu pureza y tu inocencia, además me traicionó, con descarada insolencia.
Tratando de superar a lo que llamo grandeza, el maldito me admiraba, para mi mayor sorpresa, pero lo que más deseaba sin duda era mi destreza para conquistar mujeres, en determinadas fechas.
Una vez pasado el tiempo, dos relaciones murieron, realizándose así un cruce que solo lo entendió el cielo.
Tu con él y yo con ella, ¿Quién lo iba a imaginar? De repente, y sin notarlo, nos cambiamos de lugar.
Ahora tu estás conmigo, jugarreta del destino, todo era un plan perfecto, tu no soñabas conmigo.
Pero una apuesta ganada, ya no tendría sentido, si ya no hubiera manera de compensar lo perdido. Era súper necesario que se hiciera una revancha, para decidir con cancha, quien se quedaba conmigo.
Me trataste como a un premio, uno que cualquiera gana, que se exhibe por un rato y se bota a la semana.
Fue una apuesta bien planeada, que perdiste por confiada, por no saber distinguir quien demonios te engañaba.
El destino nos permitió, una nueva oportunidad, que de corazón espero, sepamos aprovechar.
Te perdono, me perdonas, todo vuelve a su lugar, de verdad yo en ti confío, no me vallas a fallar.
|