Ella pertenecía allí,
al lugar de los unicornios.
Ahí donde hadas y elfos
renacen vestidos de cuentos.
¿Y adónde vas ahora,
princesa de acero,
disfrazada con tu capucha
del color del fuego?
¿De qué huís ahora,
tierna niña sin coraza?
¿A qué fábulas corrés
ya sin esperanza?
Y a la niña del cuento
nadie le advirtió,
que el lobo feroz
la esperaba hambriento.
Dulce princesa, débil,
¿Acaso no ves,
que tu capa escarlata
no protege tu canasta?
Te espera al final del camino,
y en la que tal vez sea tu casa,
la voz suave y anciana
que está siendo devorada.
"Lobo feroz, ausencia de mis días,
ya no vuelvas a entrar en mi vida."
Llorando, la niña se traga el dolor,
justo a tiempo para recibir al cazador.
¿A qué bosques vas hoy?
¿A cuál de todos tus sueños
intentás atrapar como mariposas?
No huyas más, princesa de roble...
Que es entre las raíces
donde las huellas se funden.
Donde las lágrimas se derraman,
donde los caminos se pierden.
Para la princesa que de verdad se me escapó, y no me dió tiempo a retenerla... siquiera en un poema.
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