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Inicio / Cuenteros Locales / Darkyharry / El Nexo: La Llegada A La Tierra Prometida

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Recuerdo haber oído acerca del proyecto Cleofás y de sus intenciones anti maquinistas, realmente lo necesitábamos, necesitábamos esa esperanza que se nos estaba yendo por las manos como el sudor de la guerra que pronto llegaría. Fui un reconocido ingeniero y seleccionado junto con otros más para viajar en la Carryall preparada para llevar a los primero humanos a Zion. Teníamos como misión, construir lo más rápido posible las puertas y reforzar el esqueleto de los muelles de las primeras 11 naves que estaban siendo preparadas antes de la guerra.

Así fue como me integré a la milicia humana que logró llegar sin caídas a su destino. Según muchos, sería la última ciudad humana en pie, en el centro, una torre se alzaba y luces láser apuntaban a los techos para escanear los túneles por si ya las máquinas pretendían entrar en terreno que ahora nos pertenecía. Nunca supe cuanto demoraron en construir aquella fortaleza cercana al núcleo de la tierra, pero parecía que bastante. Me imaginaba desde cuando los humanos sabían que las máquinas harían esto para construir Zion. Un sonido de crujido cortó mi concentración y nos indicaron que ya debíamos bajar.

La compuerta se abrió y vi un mundo totalmente diferente al que se veía desde la ventanilla de la nave. Una cúpula de concreto cubría y reemplazaba nuestro apreciado cielo, que según los rumores también lo perderíamos en forma real en la superficie. Tomé mis cosas y nos designaron algunos cuartos. Estábamos en el primer piso, mi pieza quedaba a 19 pisos más abajo. Me acerqué a la orilla del muelle y logré afirmarme de una baranda antes de precipitarme unos 50 kilómetros de caída. Casi vomité de la altura en la cual me encontraba. Era realmente difícil de describir la estructura que componían esos pisos bajo tierra. Dudé si me acostumbraría a aquel lugar.

Pasaron algunos días y las Carryall llegaban con más frecuencia, gente de todas partes intentaba comunicarse con nosotros, muchos no sabían inglés, pero con ayuda de computadoras pudimos acomodarnos rápidamente a la situación. Algunos traían periódicos de la superficie indicando los movimientos de las máquinas en comparación con los movimientos humanos. Corría el año 2069 cuando tuvimos el aviso de que el muelle que nos recibió se le debía pintar el nombre de Cleofás. Supimos de inmediato que la nave ya estaba lista y que nuestra esperanza no se había perdido. La llegada de aquella preciosura de la ingeniera se celebró en las cuevas del último nivel de Zion. Ya me acostumbraba a esas fiestas.

Fue entonces cuando me di cuenta de lo que era vivir en Zion, sólo los avisos y las computadoras nos indicaban el día y el mes que vivíamos. Adaptación era ya un concepto que se equiparaba con superficie. Yo ya no la veía hace unos 8 años. No sé como sobrevivía así.

Lamentable fue el saber que con la llegada de una nave llamada Broken la guerra había comenzado. El quiebre mundial y el límite entre la vida humana y maquinaria se había concretado. Intentábamos saber de nuestros familiares, pero muchos ya no preferían ni si quiera informarse con tal de no sentir pena ni ligarse a esos sentimientos que ya no teníamos en nuestras mentes.

Fue en el 2090 cuando tomo comenzó, las naves ahora eran algo que nos defendía de las huestes en la superficie y muchas veces llegaban menos de las que se iban, pero los planos y proyectos también lograron llegar a Zion entonces, así comenzamos nosotros también a producir y armamentarnos con las partes metálicas que encontrábamos. Nos dijeron que los APU eran lo mejor que podíamos hacer en ese entonces, pero nosotros queríamos algo más grande y mejor que los APUs y que diera la batalla a la par con las demás naves.

Algunos ya comenzaban a enseñar a sus hijos y decirles los tipos de supervivencia en las naves, simuladores de Matrix eran los que más se debía tener como electrodoméstico en aquel entonces.

Con unos planos que nos llegaron comenzamos a hacer un canon gigante que apuntaba las 3 principales puertas del Puente. Ahora masivas llegadas de personas eran la imagen del pasar de las horas.

Así conocí con el tiempo a un comandante en jefe de las tropas subterráneas, su hijo siempre me visitaba cuando trabajábamos, aprendió mucho de la maquinaria y su carácter era muy particular a pesar de sus 8 años. Teníamos conocimiento de que ahora las normas se regían al igual que en la antigüedad los trabajos y mandos se heredaban. El niño sería el comandante de nuestras tropas en un futuro no muy lejano, recordé su apellido hasta el final de mis días. Lock.

Texto agregado el 01-06-2006, y leído por 140 visitantes. (0 votos)


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