... Parsimoniosas sombras de hombres castos pervertidos por la duda, trashumantes, desorientados, se ocultan tras un alba que disfraza una entrepierna avida y un pecho ancioso de ser arañado, espumosas reverberaciones de carne les queman las entrañas y sus manos tocan con ingenua morbosidad las sinuosas formas del caliz de la inmortalidad y beben de el paladeando el fruto de la vid, fantaseando con olores y sensaciones, el frio metal eriza su piel y el dulce licor amaina la flameante sed que emana de sus cuerpos mientras que el cucificado contemplativo pareciera pedir aun perdon por esa absurda ignorancia.

Martires de la carne en pos del sueño de ilogica perfeccion, aberrantes figuras de santidad que sucumben a las mas bajas pasiones, sodomizando sus ideas, ultrajando sus pensamientos, nada es secreto mas nada puede ser dicho, historias de la herrumbre de pieles oxidadas contaminando las tiernas visceras de inocentes puestos en sus manos para ser salvos y se hallan revolcados en la ignominia del perverso salivante que tiende su trampa oculto tras el pan levado al cielo, oculto tras la hueca homilia vomitada sobre las sordas cabezas de los adoradores, de los impios, de los hipocritas, golpes de pecho, acuclillamiento penitente, un crucifijo entre dos senos que invita a caer en tentacion y no librarse del mal, amen...