Van por el mundo sembrando odas a la tierra,
al fruto del cultivo, a la paz, a la ilusión y a la vida.
Su amor es el mismo todas las mañanas,
se mueven por las calles con las manos y los estómagos vacíos,
y los ojos llenos de esperanza.
A sus hijos el amanecer les pone alas,
algunos vuelan alegres, otros maltratados por el hambre ya no vuelan,
sólo flotan como el humo.
Pero todos unidos en el crepúsculo matutino
reciben al sol que ya levanta.
Cada día en cada niño germina la semilla de una nueva raza.
Ya lo he dicho.
Sus armas son las palabras y los signos.
¿Qué las impulsa a luchar contra molinos?
Quijotescas mujeres de mi tierra
son ustedes el crisol en el que el pueblo forja su destino.
Texto agregado el 31-05-2006, y leído por 141
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Lectores Opinan
05-06-2006
Bellísimo homenaje a esas mujeres maravillosas de tu tierra. Besos y estrellas. Magda gmmagdalena