Al escribir, al menos
podemos considerarnos como escritores insensatos
al soñar, quizás
podemos sentirnos como soñadores insensatos
al escuchar, es posible
que los insensatos sepan oir mejor
o que las palabras mismas surtan efecto.
Sean armas de destrucción masiva
al recuerdo mismo, al evidente ocaso.
A las aristas de vidas inconmensurables
que yacen a diario rondando...
errabundas y psicodelicas,
se pasean libres por este lugar.
Y lo hacen en calma,
pues saben que son fantasmas,
escoria de pasados que nunca volverán.
Fiordos, ríos y mares secos,
lugares salinos, en polvo eterno.
Hoy camino por aquellos desiertos
de sal y sentimiento acumulados.
Hoy me convierto en mi propio anfitrión,
a las puertas de lo que fué
el mismísimo infierno.
Hoy entiendo por que nacimos de la fé,
hoy comprendo por que luchamos
y nunca esperamos, ni consideramos.
Hoy sentado frente a frente,
con las mordazas de la soledad
atadas a mi boca,
puedo respirar tranquilo,
y hasta puedo vociferar.
El día de ayer ya fué escrito,
estuvimos de acuerdo,
y hoy nos disponemos a caminar.
Y a veces, a recordar, a ratos
respiro, contengo, suspiro...
Abro los ojos, miro hacia el frente
y me hayo en otros mundos,
en otros lugares,
en otra soledad... |