Hoy llore pues, de mis mañanas me acorde
cuando placidamente,
en el calor de tus acolchonados brazos, descansaba.
y no había lugar más cómodo para reposar
que tu regazo, blando cómo algodón
y seguro cómo una roca, sentir tus dedos cual peine celestial acariciar mis cabellos
y calmar mis aún (creo yo) tiernos pensamientos
y aturdir mis realidades para quedar dormido
en tu incomodidad, seguro de mi espalda.
al cual tus manos siempre sostendrán, madre..
Texto agregado el 30-05-2006, y leído por 217
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
31-01-2007
Es un poema simplemente hermoso. Estoy segura de que los sentimientos gobiernan tu vida. bruja
30-05-2006
Un placer tus fragmentos del recuerdo.
Van mis 5 latidos
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