Tenía yo que traducir un texto de aproximadamente mil páginas. Esto parecerá algo pesado, pero, cuando uno no entiende mas que su idioma, se le hace algo mas que difícil y mucho más que pesado...
Fui al mercado de programas de traducción y compré uno. Me costó bastante barato. Lo puse en la PC y empecé a realizar las traducciones... La paga era buena, pero, eso del programa era tan solo una ayuda, el trabajo en sí era el de darle sentido a las palabras. Y eso hice luego de haber traducido con la ayuda del programa las mas de mil páginas... por mas de cinco noches seguidas, claro que tuve ganas de salir a la calle para refrescarme y eso hice. Me fui al cine, al taller para reparar mi auto. Me compré ropa, zapatos y, en la ruta, conocí a una amiga para hacer el amor. Conversamos y le pagué la tarifa plana, es decir, casi un sueldo y medio. Me cogió de la mano y antes de irnos al cuarto pasamos por una botica para comprar un preservativo. Ya listos fuimos al lugar donde vivía yo. Entramos y empezamos a desnudarnos, ella me colocó el protector y luego comenzó a desvestirse... Mientras lo hacía siempre gustaba observarla, y ver cómo cada vez que hacíamos el amor usaba diferentes bragas, esta vez era de colores, de cinco colores, como un kolach, pero en cada pedazo de tela había una foto. Le pregunté de quiénes eran las fotos y ella me dijo que eran de su familia. ¿Puedo verlos, conocerlos? Pregunté. Se arrancó la braga como un mago y me la tiró en la cara, murmurándome que era un curioso. Cogí la prenda y me puse a observar las fotos grabadas, y, para mi asombro, sólo había una sola foto, era la de un niño. ¿Quién es? Volví a preguntar. Mi hijo, me dijo, y luego, ya desnuda, y resbalándose hacia mi, no volví a preguntarle mas... La pasamos bien, bastante bien, sino fuera porque sonó su celular. Contestó y me dijo que tenía que irse, que era su hijo que estaba llorando en su casa. Te acompaño, le pedí. No, no, no por favor... Él tiene nueve años y no sabe nada de estas cosas. Dile que somos amigos, le dije. Rió. Vamos si quieres, porque a todos los que llevó siempre son mis amigos.
Fuimos a su casa y me sorprendí mucho al ver que era preciosa. Entramos y vimos a su hijo en los brazos de una nana que cuidaba de él. ¿De dónde sacas dinero para pagar todo esto?, le pregunté muy bajito sin que nadie mas que nosotros escuchara. Estudio, me dijo, y hago trabajos. ¿De que tipo? Traducciones, me dijo. Estudio idiomas y realizo mis trabajos por las noches... Me sorprendí mucho, y le conté que yo, aparte del trabajo en la venta de todo tipo de libros, también, trabajaba haciendo traducciones, aunque esto recién lo estaba realizando. Le conté de mis mas de mil páginas que estaban pendientes de terminar... ¡Te ayudo si quieres! Me dijo casi implorante. Le dije que sí, pero que todo el trabajo estaba en mi cuarto. ¡Tráelo para acá...! Y los haremos juntos, ya tú verás cuánto me pagas por mi trabajo.
Desde aquella vez nos hicimos socios, y el trabajo nos llegaba sin parar, claro que ella continuaba con sus trabajos como meretriz, eso no pude hacerla cambiar. El tiempo pasó y el negocio prosperó, ella dejó de trabajar como puta, creo que fue por cansancio, y al tiempo tuvimos que casarnos ya que de tanto estar pegados de día y de noche vino el hermanito...
Nos compramos otra casa, y luego de tener nuestras comodidades, llegué a sentirme feliz, pero, como todo final feliz, siempre viene la parte dramática, y esa fue cuando saqué los pies del plato, es decir, conocí a otra joven que era de la vida fácil... Le pagué por estar juntos y para mi conmoción, ella tenía otra braga con una serie de fotos pegadas... Estoy soñando, pensé, pero no pregunté nada. Luego, lo mismo, sonó el celular, callé como un muerto y continué echado en la cama. Ella salió del hotel y yo me fui a casa en donde encontré a mi esposa esperándome con la cena servida. ¿Me quieres? Pregunté... Pero ella sólo me dijo que había problemas en el trabajo, en su vida en general... La miré a los ojos y me di cuenta de que ella también se había cansado de todo. ¿Deseas que me vaya? Pregunté. No lo sé, me dijo... Cogí una maleta y la llené de ropa y me fui hacia un hotel, al poco rato sonó el teléfono, era élla pidiéndome que volviera, pero le dije que no, que deseaba estar tranquilo, que había sido muy feliz a su lado pero todo ya había pasado, que podía quedarse con todo el negocio si así lo deseaba o sino lo vendiera, como ella quisiera... y que se olvidara de mí. Me colgó.
Al día siguiente recibí un pequeño paquete. Lo abrí, y era una braga llena de fotos, en ella estaba mi hijo, su hijo y yo... Lo puse sobre el velador, busqué un periódico y me puse a buscar un trabajo, cualquier tipo de trabajo menos el de un traductor...
San isidro, mayo del 2006
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