Tu voz juguetona al otro lado del teléfono,
ofreciéndose cual boyscout en cualquier minuto que te necesite a estar siempre listo...
Me hace pensar que nada puede ser tan grave,
y la vida no es gris.
Claro, pues efectivamente eres mi comodín afectivo, reemplazante de otros amantes ingratos e historias que a falta de inmoralidad no se concretaron.
Tú eres el descanso publicitario,
el puerto de repuesto,
la locación de película de bajo presupuesto.
Y no por eso te miro a menos, por el contrario te aprecio igual que a todo,
mal que mal sabes cuándo y con qué mentirme.
Pocas personas comprenden mi necesidad de ser extrañada, recordada y revisitada. Quizá por eso otros no consiguen, lo que tu conseguiste pidiendo una vez y sin insistir.
Comprendiste, sin entender, que basta con sembrar la curiosidad, para que el deseo aflore más tarde en mi.
Lo loco es que busque momentos para escribirte qué siento por ti, periódicmente, aunque no te vea, y sólo te escuche cuando yo te llame, cuando yo te sintonice.
Para tomarme siempre listo. |