Rodeado por la oscuridad de su habitación se encontraba Edgar, tan solo y vació en su interior, tan gris, tan triste, buscando compañía en el aislamiento, un consuelo, oídos que lo escucharan y un corazón que lo entendiera. Casi diario pedía que se cumpliera su deseo, hasta que una noche en que se encendió la luz de su cuarto la vio, ahí se encontraba a su lado, lo primero que sintió fue miedo al ver algo desconocido por el hasta entonces, pero rápidamente cambio ese sentimiento por uno de afecto hacia ese ser que se encontraba con el.
Muchas veces intento establecer una conversación con la criatura, pero esta nunca le contestaba, solo se limitaba a verlo, pero a pesar de esto Edgar se sentía bien de todos modos por que al fin tenia lo que tanto quería, ya no se encontraría solo nunca mas. Le agradaba estar acompañado porque tenia alguien a quien contarle las cosas que el tenia para contar, pero que nadie quería escuchar, podía pasarse horas y horas con ella, mientras estuviera a su lado parecía que el tiempo no pasaba y nada mas le importaba, solo estaban ambos.
Pero había un problema, al parecer a ella no le gustaba la idea de estar siempre a su lado, por que de vez en cuando se iba, ella le tenia miedo a la oscuridad pues al apagar la luz desaparecía en un instante, Edgar pensaba que por eso nunca la había visto antes, quizás ella quería acercarse pero tenia miedo así que pidió de favor que la luz de su habitación estuviera siempre encendida para que ella no se fuera, pero le dijeron que eso no era posible, tenían que tratar de gastar lo menos posible y una luz encendida toda la noche seria un gasto innecesario, Edgar se puso muy triste al escuchar esto, así que se tuvo que conformar con verla solo unas cuantas horas al día.
Tiempo después llego el momento en que ella por fin le hablo, estaba enamorada de el y se sentía muy triste de que no pudieran estar juntos siempre, pero no había solución a su problema, tendrían que verse solo por un tiempo.
Así pasaron las cosas, la luz se encendía y ella llegaba para acompañarlo y ahora si se ponían a platicar, ella le dijo que lo quería demasiado, que ya no podía pensar en otra cosa que no fuera el, entonces le pidió que le diera un abrazo y el comenzó a llorar y a gritar que por favor le quitaran la camisa de fuerza pues su compañera le pedía un abrazo y el quería hacerlo, los doctores acudieron a su celda al oírlo gritar y no les quedó mas remedio que inyectarle un sedante para que se tranquilizara y decidieron que ya no le encenderían la luz nunca mas.
Cuando Edgar despertó lo primero que hizo fue llamar a su amada para que lo acompañara, pero entonces vio que la oscuridad lo rodeaba de nuevo y comenzó a gritar y a llorar porque jamás la volvería a ver, los doctores lo escuchaban pero no le prestaban atención y solo se limitaban a escuchar los lamentos nocturnos de un hombre demente que se había enamorado de su sombra.
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