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BLANCO Y NEGRO. COM
La estación de Retiro me recibió con un fuerte viento que se metió sin permiso dentro de mi abrigo. La tarde otoñal iba muriendo lentamente entre jirones de niebla gris, sonidos de bocinas y voces impersonales en los altoparlantes que llamaban a los pasajeros para que abordasen sus autobuses.
En la tibia comodidad del ómnibus me relajé y me puse cómoda para el viaje que sería de muchas horas.
En los últimos dos meses me habían pasado tantas cosas que se me hacían siglos. Atrás quedaba mi ex marido y su mujer y mi hija Ángela. Ella me había despedido con una sonrisa y un pedido:
-No te olvides de traerme la hamaca paraguaya-
La extrañaría un montón. Aunque en tres días estaría de vuelta.
Luis, compañero de trabajo y ocasional amante, había pedido que la revista lo enviara para tomar fotografías, aunque la verdad, quería pasar unos días conmigo y de paso conocer Paraguay. Yo debía hacer una nota sobre las secuelas dejadas por un incendio en un Supermercado que había dejado cientos de víctimas y hogares enlutados en el vecino país. Dije que no necesitaba ninguna compañía. Quiso acompañarme a toda costa. Pero no contaba con mi último recurso para evitar que viajase conmigo. Yo también era fotógrafa y muy buena, con eso la revista ahorraría sus buenos pesos. Ante ese argumento no pudo luchar. Luis quedó odiándome. En realidad, el artículo ya lo había escrito y sólo me faltaban algunas entrevistas y las fotografías. Mi verdadero motivo para viajar sola era conocer a”“Romántico”, mi amigo del chat.
Muchas veces me pregunté qué rara magia existía en sus palabras. Cómo logró volverme adictiva a sus oraciones cortas y charlas en internet. Me conocía como “Luna Nueva”.
Después de horas de viaje llegué a Asunción. El cielo lucía un azul brillante y la temperatura era agradable. En menos de media hora estaba instalada en un modesto hotel del centro de la ciudad.
No hacía frío. Iría vestida de blanco, para dar una sorpresa a mi amigo a pesar que la consigna era que ambos iríamos vestidos de negro. Cuando tomé el teléfono para llamarlo me temblaron las manos y erré dos veces el número que debía marcar. Su “hola” casi me paralizó el corazón que ya estaba latiendo a mil. Nunca habíamos hablado por teléfono, cuando dijo “Sí, soy yo” me emocioné. Nos veríamos a las cuatro en un bar llamado “Lido”. Anoté la dirección y me puse a cantar contenta.
A las cuatro en punto llegué al lugar.
Un chico con vaquero y polo negros miraba hacia la puerta con mucho nerviosismo. Me quedé de piedra. No era ni por asomo a cómo me lo había imaginado. Además, no podía ser profesor con esa edad. Me había mentido. Pedí una bebida, la tomé en silencio mientras pensaba cómo me había dejado engañar así. Me felicité por no haber ido vestida de negro, así ni siquiera le hablaría.


Estaba en el Lido esperando a “Chica Bonita” , una amiga virtual. Después de un mes de intenso chateo decidimos conocernos personalmente.
Era muy misteriosa. Decía que si teníamos una verdadera “comunión espiritual” no necesitábamos datos sobre el aspecto físico. Me conocía por el nick de “Chico Sexy”. Para reconocernos, iríamos vestidos de blanco. Y ahí estaba, esperándola en la barra del bar, pero vestido de negro. Por la sencilla razón que si no me gustaba, me iría evitando una situación embarazosa.
Ella apareció vestida de blanco como acordamos. Parecía muy distinguida, delgada, pero tenía el doble de la edad que había declarado. Quedé sorprendido. Oí su voz pidiendo al mozo una bebida y noté el marcado acento porteño. Ni siquiera era del país. Otra mentira. Me felicité por no llevar ropa blanca. Salí sin prisa hacia la calle con la decisión de no hacer más citas a ciegas. Pediría por lo menos una foto.
.
Estaba nerviosa porque no le había dicho a “Chico Sexy”, mi amigo virtual, que soy una chica gorda. Trataba de bajar de peso, pero volvía a subir fácilmente. Temía no gustarle, por eso había venido vestida de negro y no de blanco como habíamos acordado. Así podría mirarlo sin delatarme.
A las cuatro apareció vestido de blanco como acordamos. Tenía el doble de la edad declarada. Fue a la barra, pidió algo y me miró como si supiera que era yo. Pero no me habló. Sólo se fijó en mí, después de unos dolorosos minutos fue hacia la puerta y salió sin mirar atrás.
Suspiré aliviada.. Tomé el resto de mi gaseosa más tranquila. Un muchacho vestido de negro pasó frente a mí. Así me había imaginado a “Chico Sexy”. Decidí no hacer otra cita antes de bajar diez kilos...

Me había gustado la voz de “Luna nueva” en el teléfono y sólo deseaba que fueran las cuatro de la tarde para conocerla personalmente. Me divertía el plan que tenía forjado. Me sentaría a su mesa y le preguntaría si era “Luna nueva” y así me reconocería a pesar de mi ropa blanca. Pero cuando llegué al bar, mi cita resultó una adolescente algo gorda de unos 17 años. Quedé molesto porque no tenía ninguna semejanza con la periodista que me había imaginado. Salí desilusionado del lugar. Casi choqué a una dama vestida de blanco cuyos ojos me hechizaron por breves instantes.
Pensé en qué diferente hubiera sido todo si ella hubiese sido mi cita.

Me dirigí a la salida para irme. Un hombre vestido de blanco lo hizo al mismo tiempo que yo y casi nos atoramos en la puerta. Por unos instantes nuestros ojos se cruzaron y no sé por qué pensé que me hubiera gustado que ese señor y no el chiquillo hubiese sido mi cita. Quizás porque era más o menos de mi edad y tenía cierta semejanza con la persona que mi mente había formado de "Romántico".

La mujer pidió un taxi con acento río platense. Se alteró mi corazón.
-¿“Luna Nueva”?- pregunté.
Ella quedó quieta un instante y después giró sobre sus talones y preguntó:
-¿“Romántico”?.
Reímos a carcajadas. Fuimos hacia el bar y la tarde se llenó de luces y colores.















Texto agregado el 29-05-2006, y leído por 1158 visitantes. (63 votos)


Lectores Opinan
03-10-2007 Común en este tipo de encuentros, nadie respeta los acuerdos. Del estilo narrativo simplemente de lo mejor. Saludines goruzedri
20-08-2007 Jaja, excelente. Me encanto este enredo de historias, por momentos me senti ahí en medio del bar viendo dar vueltas de un lado a otro a gente vestida de blanco cruzandose con gente vestida de negro... Muy bueno. builson
16-08-2007 realmente muy bueno......me imagino que andar de negro en paraguay(soy de chile así que disculpa la ignorancia) debe ser un suplicio con el calor......creo que la mejor crítica para tu cuento es decirte que al terminarlo me produjo una gran sonrisa... saludos braille
19-06-2007 Jajaja, me encanto. Sabes, yo pensaba que solo yo habia hecho lo mismo que ellos, ir aun encuentro con algun "romantico" del chat, pero vestida totalmente opuesto a como le habia dicho que iria. Muy a tu estilo,gracias por tus escritos. 5 estrellas por ti. maryalba
02-03-2007 Un relato de tu estilo... roggeralzamora
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