Ángel viajaba parado, tomado del pasamanos, viendo pasar las calles como colectivos repleto de pasajeros de todo tipo. Desde hacía unos días pensaba siempre en lo mismo. Cuánto de lo que somos realmente podemos saber con claridad, hasta que lugar influye en nosotros la subjetividad y el narcisismo. Lo que se de mí, de alguna manera, lo conozco por la gente que me quiere, aunque sus visiones también deben de estar influenciadas por ciertas cosas, por ejemplo el afecto. ¿Y cuando algunos amigos me critican? Parece ser que generalmente lo hacen cuando llega a molestarles algo de uno, y necesitan que cambiemos. Otra vez lo mismo. Quizás Ángel quería entenderse por completo, hacer un esquema general de su ser y la búsqueda se complicaba cada vez más. Pero el muchacho le daba mucho tiempo a sus reflexiones, y a esta que se planteaba, no la dejaría pasar sin convencerse de alguna idea concreta. Quizás sé algunas cosas de mí, y otras son bastantes complejas. Cuando la gente me dice lo que cree de mí, reacciona de algún modo ante lo que yo presento en mis actos, pero a esa interpretación debería sumarle mi visión y todas las que pueda para empezar a entenderme. Además, no hay nada más real que mis sentimientos. ¿A que le temo? ¿Qué es lo que amo? ¿Que me divierte y que no? ¿Que me interesa y que no? ¿Cómo actúo ante diferentes situaciones? Ese debe ser otro punto para empezar a encontrarme.
Al momento en que escuchó un timbre, que indicaba que alguien se quería bajar en la siguiente parada, volvió a tener otra idea. Por mas que no podemos definirnos al estilo de un diccionario, y que las actitudes que tenemos son demasiados complejas, hay líneas fundamentales que determinan la vida de una persona. ¿Podría llamarlos pilares? No. Me gusta más líneas fundamentales. Sí, pero tendría que pensar como las distinguimos y que son realmente. Se sentía muy confundido pero a la vez advertía que entraba en un camino que a algún lado lo llevaría. Ángel se dio cuenta que llegaba a donde tenía que bajar, pidió permiso, llego al final, tocó el timbre, esperó que el autobús se detuviera, el aire frío del exterior chocó contra su rostro, se olvidó de todo, y se dirigió hacia la arboleda que más amaba. Aquella arboleda que estaba bastante alejada de su casa, era el lugar que Ángel consideraba que tenía ciertas propiedades mágicas que lo llevaban a la solución de muchos de sus cuestionamientos. Se sentó, busco una posición cómoda, dio un vistazo a su alrededor bastante desierto y cerró los ojos. Posiblemente hay muchas líneas fundamentales, pero creo que hay una básica. Esa línea es nuestra visión del mundo que nos rodea y contiene. Parece que las personas se terminan llevando por esto o aquello en base a cómo creen que es el mundo y cómo se maneja. Pero estoy cayendo cada vez más hondo, toda esta teoría me hace sentir que sigo en la nada, son sólo rótulos. ¿Cuál es mi visión de la vida? Ángel se acordó con mucha gracia de un sistema completamente irreal que fue llamado VMNA, cuatro siglas que te daban la solución a tus problemas intentando descubrir que significaba cada una de las letras. Estoy seguro que esa no es una visión de ver el mundo, pero es bastante gracioso y me hace sentir bien muchas veces ese tipo de locuras. Ángel empezó a pensar en él, en sus amigos, en sus últimos años de vida y creía haber encontrado su visión del mundo. Me atrevo a repetir una y otra vez que la realidad tal como se muestra, no me alcanza. Pero no es vivir en una fantasía haciendo caso omiso a todo lo que pasa frente a mis narices, no es ser un ciego en el mundo actual. Simplemente mi corazón dice hay que adornar con fantasía las cosas de la realidad para que parezcan mas bellas. Eso es. La mayoría de las cosas que hago, las hago así. Elegir lugares especiales para diferentes cosas, tener símbolos que evoquen diferentes momentos, atribuirle ciertas propiedades invisibles a las cosas, ver de manera muy especial cada relación con cada persona, tomar como todo un hito cada momento de valentía, confesión, sufrimiento y verlo como un acontecimiento importante de la historia, y tantas otras cosas que me caracterizan. Ángel suspiró perdiendo un pedacito de su alma, para recuperarlo al acto cuando esbozaba una sonrisa. Tomó una hoja de aquel árbol que le había ofrecido su sombra, para guardarla en su cajita de los recuerdos. Se dirigió a la parada del ómnibus.