Me confesó que en sus oraciones siempre rogaba por no perder a un ser querido; rezo que yo también hacía cotidianamente. Después, los dioses se cruzaron en un infierno de conjuros, para dejarnos nuevamente huérfanas del alma... Ana Cecilia. ©
Texto agregado el 24-12-2003, y leído por 311 visitantes. (5 votos)