Epa ahora caminaba, pero debido a su triple fractura de columna y su luxación de cadera no se sabía si iba o venia porque caminaba con un “tumbao bacano” decían sus vecinos, esta pasión de Epa no solo le había ayudado a caminar si no que se la había contagiado a casi todos los jóvenes del pueblo que ahora no querían boxear sino jugar fútbol todo el día, ahora se la pasaban pateando una bola hecha de trapos amarrados de forma semi-esférica, bola con que Epa demostraba la habilidad futbolística que poseía corría como nadie en palenque y por su ya conocido problema de columna y cadera tenia un “swing” que no dejaba que le quitaran el balón, se meleaba hasta al arbitro en los partidos que se empezaron a organizar en la escuela de palenque; Pero a pesar de todo esto, Epa no era el goleador del equipo, es más no podía hacer goles porque cuando él pateaba el balón por efecto de la desviación de sus pies dibujaba parábolas extrañas en los aires dignas de ser estudiadas por los físicos de la NASA, como sería la “comba” que le tomaba el balón que las veces que pasaba más cerca de la portería rival era cuando él pateaba hacia su propio arco.
Un día llegaron dos hombres a Palenque a conocer a todos aquellos que jugaran Fútbol, porque venían a hacer una demostración deportiva “pro-niños de Palenque” eran según Epa, dizque futbolistas famosos, a pesar que el no los había visto nunca, pues el único televisor que había en Palenque solo lo prendían cuando televisaban las peleas de Boxeo y las novelas mexicanas por las que se desvivían las mujeres del pueblo, el primero de ellos era un tipo de bigotico, cabello crespo y largo, ojos medio rasgados de hablar pausado y no paraba de comer papas, el otro era un gordito, cacheton que le metía unos taponazos tremendos al balón. Después de la demostración jugaron con los jóvenes de palenque, quedando maravillados con las jugadas de Epa, pero no se lo pudieron llevar a barranquilla porque al parecer tenían un compromiso con un pintor pesquero, pues dijeron que se iban “al cuadro tiburón”, sin embargo a partir de ese día Epa ya sabía que algún día iría a jugar a Júnior de Barranquilla, no obstante su realidad era muy diferente al tener un padre boxeador frustrado.
Después de pensarlo bastante Epa se vio ante una gran disyuntiva entre ser futbolista famoso o ser el sparring perpetuo de su padre, tomo la opción “A” y empacando todas sus cosas en una caja de cartón, partió hacia Barranquilla con la ilusión de algún día ganar suficiente dinero para alimentar no solo a su papá y a su mamá, sino a sus cinco hermanos, su tío, dos primas, la mujer del tío, su abuela, y el tipo que siempre vive en la casa pero nadie sabe quien es o que parentesco tiene.
Al llegar a curramba, se dio cuenta que no era tan fácil como él pensaba, en un principio le toco trabajar en la plaza de mercado cargando bultos, vendiendo chicles y cigarrillos, llevando mensajes, haciendo mandados, cuidando carros y en fin lo que saliera para ganar un poco de dinero, por las tardes cuando el sol ya había menguado se iba con sus amigos a jugar fútbol a la playa debajo del puente Pumarejo apostando la gaseosa con mojicon, partidos donde se dejaba hasta el alma porque para Epa el no ganar era irse a la cama sin comer, casi siempre lo lograba a pesar de no hacer goles por su ya conocido problema.
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