Una hoja cae, indefensa, buscando un refugio, como yo, en tu cuerpo.
La hoja viaja, guiada por el viento tibio, como el de mi boca, con la tuya.
Encuentro un refugio en tus ojos, pero la hoja sigue viajando, acariciada por la brisa, sube, sola.
Estamos solos, es peligroso, yo sigo subiendo contigo, hacia un destino demasiado ambiguo en este caso.
No se si lo que estoy haciendo sea lo correcto, no me arriesgo a decidir, por ahora soy como la hoja, me dejo guiar por tus manos, por tu olor, por tu lengua, no por lo que sea lo mejor, o lo correcto.
La pieza se tiñe de rojo, cada centímetro de suelo se tiñe de azul, y así desaparecemos del mundo en que estamos, yo desaparezco debajo de tu ombligo.
El viento se detiene, y la hoja comienza a caer, conmigo, pero yo detengo el tiempo, y logro guardar ese momento en mi cajita, junto con mis graduaciones, cumpleaños, aniversarios, ahora junto contigo existo en un rincón de la caja.
Una gota de sudor cae por mi espalda, mi ombligo sobre el tuyo, y mis manos en tu cuello, el tiempo corre, y cuando abro los ojos ya todo se a terminado.
Mi corazón bombea a mil por hora, mis pechos mojados de placer, y mis manos corren buscando las tuyas, pero ya no están.
Me levanto de la cama, y el suelo y las paredes son normales, entonces me doi cuenta que ya nada existe, que el tiempo contigo se acabo. Miro y la hoja esta en el suelo, sola, sucia.
Suena el timbre, abro, es otro.
|