Decir que he encontrado la verdad acerca de hombre, o decir que he dilucidado el porque de la existencia del universo, suena vanidoso. Pero yo lo he hecho. No por nada he pasado mil años en el desierto buscando eso que llaman verdad. Sé también que muchos han dicho poseer la verdad. Sé que son incontables. Pero también sé que todos, o casi todos, cometieron un error: Dar ha conocer esa verdad. Cuando alguien habla sobre la verdad, es el primer motivo para afirmar que él no la tiene. Yo en cambio, que poseo la verdad, nunca la diré, sólo hablaré de cosas superfluas y sin sentido. Quizá crearé una religión, o fundaré una escuela filosófica. Quizá escribiré pequeños ensayos que no digan nada importante, o trabajaré en favor de las ciencias. O escribiré cosas como: Pienso luego existo; o cosas como: yo poseo la verdad.
Sé que muchos dirán que de nada sirve poseer la verdad si no la podemos enseñar a los demás, pero si ellos no poseen la verdad, ¿cómo pueden decir lo que hay que hacer? Aun así, esbozaré algunas líneas sobre este papel, porque necesito sentirme vivo. Os aseguro que encontrar la verdad es casi como encontrar la muerte: Ya nada puede ser interesante, ya nada excita los sentidos. Por lo tanto, a continuación sólo escribiré lo escribible, y ustedes sólo leerán lo leíble.
Haciendo un Intento por volver a lo superfluo, me he hecho algunas preguntas como: ¿Qué pasaría con la humanidad, si personas como Jesús y Sócrates no hubieran existido? ¿Qué pasaría con la humanidad si toda la literatura universal fuera destruida? ¿Dejaría la humanidad de practicar el bien y cuanta virtud se haya inventado? Y me he dado algunas respuestas como: Todo puede pasar; pueden pasar los libros; pueden pasar las culturas; pueden pasar las religiones; puede pasar cuanta construcción natural y humana exista; pero mientras el hombre sea hombre, la palabra, o la enseñanza, o la verdad, o el camino, o la luz, o el dharma, o la ley, o como quieran llamarlo, no pasará. Porque si en este momento todo el pasado de la humanidad se borrara, no dudo que todo lo escrito hasta ahora se volvería a escribir; y volverían los textos sagrados ha ser revelados; y volverían los maestros a tener discípulos; y volvería el hombre a creer que sabe; y volvería a equivocarse; y volvería a reformarse; y volvería, como siempre, a buscar la verdad. ¿Pero todo lo avanzado se perdería? Eso me esta vedado contestarlo. Pero el hombre es el hombre, y como todo ser vivo debe procurarse la manera de sobrevivir, y esa manera por supuesto que no cambia mucho. No son muchos los caminos que el hombre puede tomar, tampoco son muchos los cambios que puede hacer, ni muchas las tonteras que puede escribir. Estamos condenados a vivir en la finitud. Que se hagan mil reformas y cien revoluciones, y aún así no podría saber si el hombre ha avanzado. Los caminos son muchos y el destino es uno sólo. Sólo las formas y las apariencias cambian. Pero lo que está en el hombre ¿Cómo puede cambiar?
Mi consejo para la humanidad es: Busque. Sólo busque, y tenga por seguro que llegará donde debe llegar. Yo que he rozado lo eterno le digo que la verdad está ahí. Usted sólo crea. En su mente mil libros escritos hay; desde los ultra sagrado, hasta folletos informativos. Porque no hay peor apariencia que creer en la originalidad. Acaso no es patético ver a los positivistas rechazar la idea de Dios. Pensar en ellos es pensar en un hombre que teniendo un Mercedes decide cambiarlo por un Ferrari, y al ver la maravillosa adquisición, no duda en afirmar que el Mercedes no sirve para nada. Sin darse cuenta que los dos cumplen una sola y única finalidad; y todo el resto es vanidad.
Mi último consejo es que disfrute la búsqueda, porque poseer la verdad como yo no es de gran entretención. Mi vida carece de lo más entretenido e interesante que está tiene: la incertidumbre. También carece del mayor don que ha recibido el hombre: la ignorancia. Porque sólo la ignorancia es capaz de mantenerlo vivo.
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