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Inicio / Cuenteros Locales / pachirris / El Gran Chaparral(Parte II. .El gran engaño. El comienzo. 1989)

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LAS PRIMERAS FIESTAS DE LOS CAMACHOS. LAS REUNIONES DE LOS INDESEABLES. BETTY LA FEA. LAS PALOMAS ENCHIPADAS O LAS SUCURSALES PRINCIPALES DE CAMACHOS. Las fiestas de los camachos se hacían casi todos los fines de semana. Concurrían todos los familiares de los camachos, que eran como cien, mi padre y yo, que era el otro cincuenta por ciento de la sociedad. Lo peor de esas reuniones era que mi padre, tenía que dar la mitad del valor de las dichosas cuentas de los gastos de las fiestas camachunas, ¡bonitas cuentas! como diría mahoka: QUE BELLEZERA. En aquellas primeras fiestas, nosotros, mi padre y yo, nos hacíamos en el peor cuarto de los treinta que tenía el chaparral, ni siquiera tenía baño privado. Yo conocí mucha gente pero a casi todos los catalogué como indeseables. Yo permanecía solo en mi cuarto, mientras los camachos celebraban la semana santa, el san pedro o la navidad. Fue mejor así. Soy un poco asocial sobre todo cuando la gente de turno es muy ordinaria o vulgar.

Sin embargo, eran pasables las fiestas de los camachos, lo que sí no me entraba para nada eran las reuniones de los indeseables, comandados por los hijos de los camachos. Los camachitos se pusieron de ruana no solamente el chaparral, sino todas las reuniones de esos tiempos que se hacían en forma seguida, debido a que los camachos era un hombre muy rico y se llegó a comentar que junto con mi papá eran mafiosos, claro que eso no era cierto, pues quien conozca a mi padre podrá decir que su fortuna la hizo pulso a pulso, día tras día. Los camachitos hicieron para vender es su finca, la misma nuestra, cosa que yo solamente haría después, casi seis años después.
Mi madre con sabiduría decía que yo me había vuelto vulgar y grosero después de haber conocido a los camachos, eso tenía algo de verdad, pues yo llegué del rosario, directo a los sucesos que estoy narrando. Sin embargo, he tratado de ser una buena persona, no sin haber dejado el aspecto señoritero del claustro rosarista.


Con la única que puedo decir que hubo más o menos confianza fue con Betty, la fea. Ella se portó muy bien conmigo y aunque mi estimación solo va cuando su hijo, el camachito menor, cumple años y yo lo saludo para desearle muchos más, solamente por la razón de que camachito chiquito cumple años el mismo día que yo, Betty nunca pasó de ser una de las tantas camachos. Las demás mujeres de camacho me parecieron unas despechadas o sino unas interesadas y oportunistas. Por tantas mujeres y por tener el pico loco, camachos, después de amasar una gran fortuna, la perdió, quedando mal con todos los comerciantes y prestamistas de Bogotá.


TARZAN. Los camachos llevaban sus amigos y lógico, sus novios. José Luis, el primer amigo que tuve y que lo dejé tirado en la mesa de Juan Díaz, quería conocer o cuadrarse con una de esas carachitas. Pobre muchacho, las veía como su ideal, como si fueran lo último. Yo si las veía con el visor de la realidad. Las carachitas eran feas y bajitas y sin ninguna gracia, para aquel que tiene asegurada su fortuna, pobre José Luis. TRAZAN era el novio oficial de una de las carachitas, se creía el dueño de la finca y hacía cosas imposibles para ganarse la simpatía del suegro. Tiempo después la camachita menor se casó a escondidas y TARZÁN se quedó sin su yane. Sin embargo ese matrimonio no funcionó por la desaprobación del jefe pluma blanca, el gran camacho, Al marido de la camachita lo mataron y ella, tiempo después se fue del país. RICHARD BURRA O LA TUBERÍA NEGRA. EL SEGUNDO RICHARD BURRA O LA BOTELLA MÁS CARA. TODO ES CANTINA LIBRE. Al frente de la casa principal del gran chaparral, se situaba una casucha horrible, construida mucho tiempo antes y que albergaba a un viejito, viudo y pobre, que vivía allí, gracias a que le cuidaba una fanegada de terrero al dueño del predio. Este hombre se llamaba RICHARD y se especializó en hacer morcilla para la venta, lo que mi padre y los camachos llamaban la tubería negra. Para cargar con su producto de venta, utilizaba una burrita y cuando se comenzó a hacer la piscina, el kiosco y la entrada de los carros al chaparral, todos los obreros le compraban la tubería al viejito a quien pronto le pusieron de sobrenombre RICHARD BURRA. Camachos le tenía compasión al viejito y cuando lo veía le compraba toda la morcilla. Un día no volvió a sacar la burrita y los obreros comenzaron a decir que lo había matado la burra para hacer tubería negra.


Desde esos días, camachos no volvió a comprarle nada y además de esto, el viejito se quebró pues los maestros, albañiles y obreros no le pagaron a RICHARD toda la morcilla que este les había fiado. El pobre viejito no tuvo más remedio que maldecir e hijueputiar a todos los rusos. LES DECÍA: PA´ QUE ME JODEN MALPARIDOS… SON UNOS MALPARIDOS…, Todo esto es pasable si se tiene en cuenta que una vez casi lo mandan de cabeza al lado hondo de la piscina. Resultado, unas cuantas costillas rotas de Richard y su acostumbrada maldición. EL SEGUNDO RICHARD BURRA O LA BOTELLA MAS CARA, TODO ES CANTINA LIBRE. En un año aproximadamente que ocurren estos sucesos de la primera parte del gran chaparral, ya se habían remodelado las casitas y se estaba haciendo una piscina con todas las de la ley; además se proyectaban unas reuniones futuras, para volver esa granjita un club privado con socios, al estilo de los tan nombrados clubes privados de Girardot o de melgar. Por esa razón, se comenzaron a hacer invitaciones a la topa tolondra y cada sábado por la tarde y el domingo hasta bien entrado el día, llegaban posibles compradores de acciones del club EL GRAN CHAPARRAL. Al principio se colocó una nevera y un mostrador grandísimos donde estaban todas las botellas de trago y en el congelador más de cincuenta libras de carne para ir asando e ir comiendo. Los posibles socios llegaban amusgados, con cara de yo no fui y se iban sentando en los asientos rimax que habían por todo el chaparral. Uno de los invitados de esas grandisimas fiestas, era un tal RICHARD, que al escuchar por propia boca de camachos que todo era cantina libre, dejando la vergüenza de un lado, se mandó de primeras a la nevera cogiendo la botella más cara de whiskey que había. Cuando servían la comida, este RICHARD era el que más se atragantaba de carne y de papas saladas con ají. Era tal la comedera y el desenfreno que llegó a tapar como cinco de seis baños públicos que habían para los invitados y a gastar más de tres rollos de papel higiénico, (mis respetos por la cagadita). Fue apodado por mi papá y yo RICHARD BURRA DOS, aunque aclaro que los demás invitados, poco a poco, iban sacando las uñas, hasta que no se formaba la bacanal de costumbre. Camachos no reparaba en gastos y contrataba músicos y papayeros para que todas las señoritas y muchachas pudieran bailar. Como casi siempre había escasez de varones, los trabajadores, los albañiles, los majotas y los libardos, junto con los gachitas, que se habían contratado para trabajar, se arrimaban al festín, bailando con las cachaquitas, muertos de la felicidad, pensando que estaban en el cielo, (al otro día contaban las malas lenguas que los soviéticos o los rusos, les habían dado una muenda a sus pobres mujercitas, pues por haber bailado con muchachas tan lindas ellas ya las consideraban sus novias, pagando los platos rotos las pobres indiecitas del campo). PELO DE VENADO O DON MANUEL. EL DÍA QUE LA CONOCÍ A LA ALCIRA MAZORCAS. CLAUDIA SARMIENTO. ELÍAS AGUDELO, BELISARIO Y SU DEPLOMACIA. En aquellos días conocía a don Manuel, uno de tantos obreros, rusos de mesitas. Tenía pura pinta de indígena y como el pelo lo llevaba despeinado, para ocultar su prematura calvicie, Jaime mazorcas lo apodo PELO DE VENADO. Este tipo se pegaba una emberriondada al escuchar que lo llamaban así y por esta razón todo el mundo lo comenzó a llamar así. Y ES QUE EN ESTO DE LOS APODOS ES MEJOR NO PONERSE BRAVO CON EL QUE LE COLOQUEN A UNO, PUES MAS SE LA VAN A MONTAR, DICIENDOLE ASI. Don Manuel siempre tenía las manos sudorosas, lo que producía asco desde que uno lo saludaba y llevaba siempre por las tardes, detrás del pantalón, en el bolsillo, un ejemplar del ESPACIO, EL DIARIO DEL PUEBLO BOGOTANO. Otro que corrió con la misma suerte fue un sobrino de pelo de venado, que por tener los ojos rasgados, todos los obreros del chaparral le decían el JAPONES. Una vez los camachos, pasándose un poco del sitio que le correspondía pues él, junto con mi padre, eran los capataces de todos estos soviéticos, le dijo JAPONES; Este emberriondado dijo muy en serio, en forma que parecía que iba a matar a alguno: es que el único que tiene derecho a decirme así es don Fernando… todo el mundo se calló, pero tiempo después, todo el mundo se acostumbró a decirle JAPONES.


Las famosas reuniones para contactar posibles socios del club, no sirvieron de mucho, pues la gente a la final, les habían pistola a camacho y a mi padre; además lo del club era una ficción, ya que el que adquiría una acción solo tenía derecho para gastar. Solo hubieron como cinco clientes, uno que nunca fue, otro que no quiso bajar por el camino donde comienza la entrada al club, otro que nunca más volvió por allá, pues se robó un control de un televisor, otro, que era un viejito de más de ochenta años, el cual tendrá su historia más adelante en este relato y el último que parecía un mongólico, pues tenía los brazos no concordantes con el resto del cuerpo. A LA ALCIRA MAZORCAS, la conocí un día cualquiera que bajó a visitar a mahoka; ella me impresionó mucho y creo que me enamoré calladamente de ella. Ese fugaz encuentro, sirvió para desearla en lo más profundo de mi mente, y serviría para hacerme más de una vez ilusiones con ella. No es el caso de relatar dos circunstancias con respecto a ella, pero lo debo hacer para que el lector comprenda que yo sentí algo por ella por mucho tiempo.

En una ocasión, tiempo después de lo que estoy narrando actualmente, su hermano, el alacrán, me propuso que fuera a ver a su hermana. Dispuesto a hacerlo, emprendí la subida por el camino que conducía del chaparral al pueblo, y justo en la mitad del camino, había un atajo para llegar más rápido, pues si no tocaba dar una vuelta grandísima. Yo fui subiendo como quien quiere la cosa y ya casi llegando a la casa de la dulcinea de turno, me caí y me fui resbalando como veinte o treinta metros, de tal suerte, que me corté y le di gracias a Dios que no hubiera pasado algo más grave.

En otra oportunidad, ya casi al final de la narración del gran chaparral, yo vivía en la finca EL ENCANTO, aquella que habíamos comprado al principio de esta narración. Como los cuidanderos de esa finca eran familiares del alacrán y de mahoka, un día llegó ALCIRA MAZORCAS. Yo comprendiendo la importancia de la oportunidad, me tomé unos traguitos de más y me le declaré. Ella no me aceptó y esa noche yo lloré a moco tendido por el despecho que me había producido aquella mujer…

CLAUDIA SARMIENTO. Hablar de ella es salirme completamente de la obrilla el gran chaparral. Sin embargo lo hago, pues ella indirectamente, también hace parte de la historia. A ella la conocí el día del bautismo de camachito chiquito, yo la saqué a bailar y de una la besé; yo estaba medio borracho, pero ella no dijo nada… Betty, la fea, decía que yo era un sirvientero por haber hecho lo que hice con claudia delante de todo el mundo. Fue como una profecía, pues años más tarde, yo me enredaría con Adriana, alias LA CHIQUI. A claudia le pedí el teléfono y al otro día, sábado que jugaba Colombia contra Camerún, en el mundial de fútbol del 90, nos quedamos de encontrar en la iglesia de Lourdes; yo fui a regañadientes, pues estaba enguayabado, pero después no me arrepentí, pues ese día nos besamos y nos quisimos tanto, que hubiera sido un gran error el no haber ido. Nos vimos muy pocas veces y aunque hicimos de todo, nunca la volvía a ver ni a llamar, LASTIMA. Ella hubiera podido ser mi primera amante.


BELISARIO Y SU DIPLOMACIA. Desde un principio hasta el final que duró Belisario de cuidandero, nos dimos cuenta que era un pillo y que se hacía el bobo, pues en más de una ocasión, cuando camachos llegaba con la propia mujer, Belisario le decía, cómo esta doña Betty, siendo que era doña Nellyss y al revés, cuando llegaba con Betty, le decía el bribón, buenas tardes doña Nellyss.

Así queda resumido el primer año que pasamos en la granjita, más tarde el gran chaparral. Fue el comienzo de un gran engaño, pero también de una gran aventura. Mi padre al resumir todo lo que pasó allí, durante casi nueve años, DIJO: todo por culpa de los camachos; si hubiera hecho caso al dicho de que solo hay un día mejor para el que compra una finca; Y ESE DÍA ES CUANDO LA VENDE.




Texto agregado el 28-05-2006, y leído por 146 visitantes. (0 votos)


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