Unos ojos, entre milagros menguantes,
esculpen su secreto con la sed del fuego,
mirar y arder en la infinitud de un instante
y arriesgar la eternidad en un parpadeo.
Y a riesgo de ciertos crepúsculos menores
que ciñen el nudo nocturno de sombras severas,
falsean sueños los diarios precursores
de estatuas y espejos... de apariencias arteras.
Unos ojos emmiendan los múltiples ocasos
y el ciego ámbito de oscuras profecías,
un ansia ígnea entre glaciales fracasos
y en cuyo hábito arden mitologías...
Unos ojos, entre menguantes milagros,
que también sueñan la remota Alejandría.
Martin
Texto agregado el 28-05-2006, y leído por 116
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