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En cualquier momento siempre nos quedará el camino a cualquier lugar. Podemos ir a cualquier país en el que haya sitios donde creamos que podemos ser bien recibidos, siempre.

Podemos ir a sitios en los que la noche se confunda con el día.
La gran Luna anaranjada, resplandeciente, abarcando todo ese mundo en el que estamos dispuestos a compartir todo lo que llena a nuestro corazón. Observamos la Luna, entre extasiados y perturbados. Nos recuerda vagamente a un rostro desaparecido poco tiempo atrás.
La noche pasa, el viento nos acaricia fríamente, la Luna empalidece y por momentos te recuerda aún más a ese rostro perdido en las tinieblas.
Las estrellas empiezan a hacer su fulgurante aparición. Una a una, van iluminando el oscuro cielo que es en ese momento nuestro corazón. Muchos pensamientos golpeando ese bello rostro, demasiados para tan leve sentimiento.
Ahora va despertando poco a poco, segundo tras segundo, mientras su conciencia hace acto de presencia. Ahora ya piensa como ella misma, cree que ha tenido un cálido y placentero sueño. Podría haber sido así. También pudo haber sido una pesadilla e incluso pudo no haber sido nada. Algo en su corazón le hablaba de cálidos recuerdos, de fríos anocheceres, de extrañas tardes pasadas en un café. Recuerda algo de lugares lejanos, de viajes nunca realizados y de cariñosa gente que acoge cálidamente a extranjeros y lugareños.
Casi está completamente despierta. Se despereza y observa la habitación en la semioscuridad que le brindan la persiana y el amanecer. Se sienta en la cama, deja caer la sábana más allá de sus senos, jóvenes y firmes, hasta la marcada cintura. Se estira ligeramente y abre completamente la persiana. La intensa luz del Sol al amanecer inunda hasta el más oscuro rincón de la habitación. La intensa luminosidad le hace entrecerrar los ojos, por lo que no puede ver la inmensa figura que se sitúa detrás de ella.
Agita un brazo enorme, y golpea con una barra de acero a la bella mujer de castaños cabellos que ora yace tendida en un charco de sangre, en la iluminada habitación del pequeño motel situado a miles de quilómetros del lugar en el que ella pensaba que vivía.

Texto agregado el 13-02-2003, y leído por 308 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-02-2003 Me gusta la atmósfera pero derrepente perdí el sujeto. Tal vez yo perdí la concentración... no sé. Un abrazo. Gustavo gammboa
 
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