Erase una vez
Erase una vez un señor que vivió caminando en los anillos de Saturno,
enamorado de la princesa de su provincia,
haciendo de tripas corazones,
soñando y mojando sus pantalones.
El vivió pensando en como llegar a ella,
a esa damicela, a esa hermosa princesa,
pero nada le salía a pesar de que trataba todos los días.
Y en un día que se levantó con el pie izquierdo,
que en su camino se le cruzó un gato negro,
que al afeitarse se le rompió el espejo,
y se le derramó la sal del salero,
salió de su casa y vió a la princesa,
ella lo miró y le sonrió, le dijo sube que te espero,
y él no podía creerlo, no era un día de mala suerte, no.
Después de "ya saben que", ella le dijo te quiero,
él le contestó te amo, ella se rió a carcajadas,
y le dijo que solo bromeaba
que jamás ni nunca él podría ganar su amor,
porque él era medio sordo, cojo y bizco
y ella una mujercita de lo mejor.
Y él lloró, tanto así que lleno los mares con sus lágrimas,
tanto así que esa agua salada son lágrimas de un señor,
que la vida llamo Sol
y desde entonces ha procurado no encontrarse con la princesa Luna
aunque de vez en cuando se guiñan los ojos, se besan los labios,
pero nunca se dicen adiós.
El vivió subiendo y bajando la colina,
ella vivió cuidando sus hijitas,
y por toda la eternidad,
vivieron infelices...
el Sol ahogando su llanto en alcohol pagando pensión,
y la Luna madre soltera viviendo del gobierno...
Moraleja: ¡Usen condones! |