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Ana despertó desnuda en una cama pequeña con sábanas fragantes y blancas. Era un día nublado y frío. No recordaba nada, no sabía dónde estaba. Miró su cuerpo. Tenía cortes en las manos, moretones y dolor en los brazos, hizo un esfuerzo por recordar, pero nada. Salió de la cama, se vistió rápidamente y caminó a hurtadillas hasta la puerta del cuarto en el que estaba, no había un solo ruido, echó un vistazo en todas direcciones y vio, justo al frente, un baño. Cruzó rápidamente, levantó la tapa del excusado y vomitó. Luego dio un suspiro. En cuclillas todavía y apoyada en la loza, trajo la manos a su cabeza, se apretó con fuerza y exclamó ¡Maldición, otra vez en esto!
La última vez que perdió la memoria estaba con unos amigos y no pasó nada (no siempre corría la misma suerte). Sin embargo, la angustia que apretaba su pecho cada vez que esto le ocurría era inconmensurable. Tardaba por lo menos dos días en volver a sonreír, mientras tanto, todas las culpas del infierno hacían cita en su conciencia. Se odiaba a sí misma, sentía vergüenza y no sabía por qué. Pero también odiaba al mundo, no podía creer que la segregaran por querer divertirse sin restricciones y, si bien asumía el costo de su descontrol, cuando las cosas se le iban de las manos, la mayoría de las veces era por la provocación de otros.
Se levantó del piso y se acercó al espejo, nunca dejó de encontrarse bella y, en el fondo, sabía que ese era uno de los motivos para tantas licencias inconcientes. Se miró detenidamente. Tenía los ojos rojos y la cara hinchada, le dolía muy fuerte la cabeza ¡Qué desastre! Forzó otra vez su memoria, recordó que había salido con su novio, que bebieron un par de tequilas en un bar en Providencia y no supo más. ¿Qué habrá pasado? Pensó. De pronto, golpean la puerta. ¿Ana? ¿Estás bien? Era una voz amable de mujer. Mierda ¿Y ahora? Sí, gracias, ya salgo. Enjuagó su boca, se lavó la cara y salió.
-Hola, sorry, no sé quién eres, ni dónde estoy, ni qué pasó. Tampoco quiero saberlo, gracias por todo, ya me voy. Ah, y disculpa si te dije algo inapropiado, suelo hacerlo cuando me emborracho, independiente que lo merezcas o no.
-Espera, no puedes irte todavía. Es necesario que sepas…
-No, por favor, en serio, no quiero saber.
-Pero Ana, necesitas ayuda. Yo te puedo tener en mi casa hasta que se arregle todo.
-No sé de qué hablas.
-Ven, preparé desayuno, ya te contaré.
Ya en la mesa de una formidable cocina, se dispusieron a desayunar. Me llamo Rayza, anoche te encontré tirada en la acera, en el Barrio Yungay. Tienes una suerte del hijoputas. No sé cómo no te pasó nada. Al lado tuyo había un chico que dijo que te tiraron a la calle después que te peleaste con el dueño del bar Quz Quz. El chico te acompañó, te tiraron inconciente a la calle, él estaba en el bar, dijo que llegaste completamente borracha y te pusiste a bailar sola, que se te acercaron los buitres de siempre y los mandaste a joder. Luego, te sentaste en una mesa y te pusiste a escribir. Un tipo vino y trató de conversar contigo, le gritaste que se fuera y él te empezó a
insultar. Ahí perdiste el control. Le tiraste un tequila en la cara y trató de golpearte. Vino el barman, te dijo que te fueras y tú le respondiste que el que tenía que irse era el idiota inoportuno que se vino a sentar sin permiso a tu mesa. El barman te dijo que si andabas de puta por la vida qué esperabas. Tú te disculpaste, le dijiste que no pasaba nada y le pediste una mineral. Cuando la trajo, te cagaste de risa, le escupiste la cara y le tiraste la botella por la cabeza. Le rompiste la cabeza Ana, el chico dijo que fue muy grave, parece que le comprometiste un ojo. En el acto, rompiste el vaso de tequila contra la mesa y te cortaste las manos, luego, rompiste el vaso de la mineral y otro que dejó el imbécil que te estaba molestando. Mientras tanto, todos te empezaron a putear, te decían que te fueras a armar casa de putas a la remolienda de donde venías. Los insultaste a todos, y creo que tenías razón. Pero este mundo no está dado a la razón querida. Te trataron muy mal. El chico dijo que te quitaron la cartera y el dueño te dejó claro que te denunciaría por escándalo y agresión. Te fuiste contra él, lo puteaste bien y te caíste desmayada. Azotaste la cabeza en el piso y así te tiraron a la calle. El chico era un cliente frecuente y dijo que nunca vio algo parecido, pero no soportó la mala conciencia de dejarte sola y se quedó contigo, me dio su número para saber cómo estás, toma, se llama Daniel, es un buen chico, deberías darle las gracias. Pero el tema es el siguiente, conozco al dueño del bar, es un nazi a ultranza, un maldito con poder que si puede te va a cagar. Yo soy abogada, y con lo que hiciste te pueden mandar un buen rato a la cárcel.
Mientras Rayza hablaba, Ana miraba el piso, ya no escuchaba.
¿Pero de dónde me sale tanta hijoeputés? Joder. Ahora me acuerdo. Pablo dijo que ya no me soportaba, que ya no podía más con mi inestabilidad emocional y económica, que me tenía que ir de casa. Imbécil. De qué inestabilidad habla, si no sabe ni dónde está parado, qué pendejo. Si no me quiere más, basta con eso, pero masacrarme psicológicamente…
-¿Ana?
Rayza seguía hablando sobre los derechos de la mujer. Dijo que era feminista y sabía mucho del tema. Ana levantó la cabeza y le dijo: ¿Sabes? No necesito tu ayuda, eres muy amable, gracias. No soporto hablar de solidaridad de género tan temprano en la mañana. Odio a las feministas, los odio a todos.
Se paró, le pidió un poco de dinero para el taxi, le volvió a pedir disculpas, reiteró las gracias y se largó. Llegó a duras penas a casa. No tenía las llaves. Llamó al citófono.
-Pablo, soy yo.
-Ana, ya no quiero que vuelvas, lo siento, no te abriré, se acabó. Llámame por teléfono para ir a dejar tus cosas a donde te vayas.
-Pero escucha…
-Adiós Ana.
Ana no podía creerlo. Y qué coño, pensó, si él ni siquiera sabía lo que había pasado. No sabía qué hacer, por supuesto no tenía amigas y los amigos eran todos ex parejas con los que toda micropartícula de confianza estaba debilitada. De pronto recordó que tenía el número del chico de la noche anterior en el bolsillo. ¡Daniel! dijo en voz alta, es un buen nombre para un nuevo amigo.

Texto agregado el 26-05-2006, y leído por 123 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
31-05-2006 intenso....interesante...complejo...excitante.....ingenuo.....en general muy bueno......aunque no entiendo la españoleria de la redaccion.......mis 5 saccone
26-05-2006 wow cuando escribas la continuacion me avisas para leerla si?? me gusto muxo me parece k podria llegar a ser una wena novlea, beshos y estrellas bye. darkgirl
26-05-2006 Pobre Ana!!!! tiene demasiados problemas!!! el peor, es ella misma. Una dosis fuerte de amor por ella misma tal vez le venga bien. cgl
 
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