La inspiración la traigo extraviada, la he buscado por debajo de mis rincones y sospecho que no quiere que la encuentre.
Pero ha llegado a mis manos algo que escribió una querida amiga que se ha negado a compartir sus reflexiones. De hecho transcribo sin su autorización, pero es que su vivencia a más de uno nos puede inspirar algo positivo....
LA ESPERA I
Aguarda con tal ansiedad en la sala de espera, la noticia que le podría cambiar su vida. Es la 1 de la tarde, los nervios carcomen su mente. Toda clase de pensamientos corren por su cabeza… temores principalmente. Intenta rezar una que otra oración, mas no logra concentrarse para terminar siquiera una. Trata de no llorar, de qué le serviría llorar antes de tiempo, tal vez ni haya necesidad.
Todos están en silencio, esperando…
Su imaginación empieza a correr, ¿cómo les va a decir? ¿Qué va a pasar después? Su miedo es inexplicable pues lo desconocido suele ser peor. Tal vez está viviendo un sueño, del que desesperadamente quiere despertar.
Por fin, el doctor se acerca a informar los últimos resultados… las palabras casi no le fluyen… el resultado no es el esperado.
La expresión de su cara cambió en un segundo, siente morir. Las lágrimas invaden su rostro, no hay consuelo alguno que la pueda controlar.
¿Acaso no rezó suficiente? ¿Qué hizo tan terrible para merecer esto? Ha sido una hija ejemplar, una magnífica alumna, persona honesta de sentimientos puros, defectos como todos, más no maldad!… ¿por qué se le castiga así?
¿Y ahora?
Le explican las opciones a seguir, tratamientos y demás… ella no puede pensar… Siente como de pronto el aire se torna pesado para respirar, todo se encuentra en cámara lenta. Su familia la abraza, incesantemente… la abrazan y lloran por ella.
Se siente triste, desubicada, sola… no entiende qué pasó. ¿Qué hizo? ¿Porqué ella?... ¿POR QUÉ YO?
LA ESPERA II
Después de innumerables cuestionamientos y lamentos, he decidido cambiar mi visión. No es momento para llorar ni lamentarse, el porqué… está de sobra.
Han pasado unas horas y parece ser que de pronto el mundo recordó que existía yo en él. Innumerables llamadas de aliento continuamente llegan a mi celular… quisiera poderlas creer. Amigos cercanos se han alejado, o bueno, eso siento yo. Entiendo… no saben qué decir, qué hacer… yo tampoco lo sé.
Debo tomar un vuelo a otro país para ver qué se puede hacer. Normalmente no me gusta volar, pero ahora, no quiero aterrizar.
El hospital… está… impresionantemente bello, pero cómo quisiera no haberlo conocido. Los doctores me explican qué pasará… sinceramente, no suena tan mal. Miles de estudios y citas tengo ahora agendadas, son necesarias. Por fin un diagnóstico final… ya no tengo miedo. No sé si es control mental o verdad… pero ya no siento miedo. Algo extraño está pasando, de pronto todo parece estar… normal.
Trato de no pensar en ello… ahora soy yo quién da las palabras de aliento, todo va a estar bien, tiene que estar bien. Miles de oraciones han llegado a mis manos, tantas personas que se han unido a mi dolor… eso necesito, ¡Recen por favor! ¡Recen por favor!
No soy ni la primera ni la última persona que ha tenido cáncer, si otros han logrado salir adelante… yo también lo haré.
Ya no le pido a Dios me cure, sólo le pido sabiduría para poder visualizar qué es lo que me quiere enseñar, humildad para ponerme totalmente en sus manos, fe para confiar en Él y bendiciones hacia con los demás. Ahora, sólo le agradezco el don que me dio, el amor que he recibido, los amigos que he tenido y la oportunidad de vivir como debí haber vivido desde hace tiempo…
Vivir de esta manera no es fácil, pero quién ha dicho de la vida es así… aunque irónicamente me ha sido más sencillo levantarme en las mañanas, disfrutar a mi familia, reír más, hacer nuevos amigos, admirar a los demás, querer ser mejor… aunque me llama la atención y con tristeza confieso que tuve que pasar por esto para darme cuenta del grande amor de Dios.
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