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El sol recién estaba saliendo cuando Bernard se despertó. Acostumbraba a levantarse a las seis y media de la mañana todos los días, se bañaba y se vestía formalmente para ir a trabajar.
Bernard era un famoso escritor y trabajaba en una revista literaria que él mismo fundó, la cual se llamaba “Sueños de la vida”, siendo él el jefe a cargo y a la vez se dedicaba a escribir.
Tenía treinta y dos años y estaba en su época de apogeo por sus logros literarios, a los veinte y cuatro años había publicado su primera novela “Sintiendo tu vacío”, la cual le dio un gran éxito por su estilo de escritura y alcanzando los treinta millones de copias vendidas, todo esto siendo un logro para él, ganando mucho dinero por su libro, decidió fundar una revista literaria, para los que soñarán con publicar sus historias tuviesen la oportunidad de hacerlo, hasta ahora, el negocio iba muy bien.
Para muchas personas, Bernard era lo que podríamos decir, una persona afortunada, famoso, millonario, con una vida prospera. Pero la realidad era que a pesar de todo Bernard no era feliz, le gustaba escribir, amaba la Literatura, para él era su otro yo, pero ¿De qué servía tener todo material si no se está el calor de un hogar?, ¿La felicidad de tener a sus seres queridos cerca para que te apoyen?. Pues Bernard no tenía a su familia, sus padres habían muerto siendo éste un niño, fue criado por sus abuelos que también murieron cuando él sólo tenía dieciocho años, desde ahí viviendo solo y trabajando duro para estudiar y vivir. En sus momentos libres fue cuando comenzó a dedicarse al habito de escribir, primero escribiendo lo que veía a su alrededor, algo de sus amigos y otras cosas, fue así como le nació la idea de escribir algo más largo. Tardó mucho en escribir su primer libro debido al trabajo que lo mantenía ocupado, pero la paciencia es bien recompensada, obteniendo un gran éxito y fama, así con el tiempo comenzó a escribir otros libros obteniendo el mismo resultado.

Al llegar al trabajo estacionó su auto donde siempre y entró saludando a todos como siempre lo hacía. Una vez en su oficina se sentó y reviso el correo.
Muchos le escribían halagándolo por su gran trabajo y por sus novelas, cada día llegaban como treinta cartas y muchas ya no las leía porque se las sabía todas, o simplemente se las llevaba para leerlas mejor en su casa.
Tomó los sobres y los dejo de lado, pero una de las cartas se le cayó al suelo y al recogerla se fijo mejor en la dirección, la cual le resulto muy familiar, así que de inmediato la abrió, era una letra femenina, con una muy bonita caligrafía y en total orden, comenzó a leer:

“Querido Bernard:

Al volver a la ciudad me he acordado de ti, han pasado tantos años desde la última vez que nos vimos, pero a pesar de todo te he recordado. Me he enterado que te has vuelto un famoso escritor, que alegría de ti, siempre tuviste mucho talento para la Literatura y me alegro de que por fin hayas podido expandir el talento que se te otorgo, aunque aún no he leído tus libros.
He decidido quedarme en la ciudad, está vez para siempre, he viajado mucho y creo que ya es suficiente. Me gustaría que un día, cuando tengas tiempo libre, podamos juntarnos y platicar como en los viejos tiempos.
Ahora me despido, no quiero quitarte mucho rato, pues debes estar muy ocupado, si quieres verme puedes encontrarme en la misma casa donde solía vivir.

Atte.
Sarah”.

Sarah, hace tiempo que no sabía de ella, de su gran amiga y compañera de estudios. La última vez que la había visto ella se iba a ir de viaje a Italia con sus padres.
Cerrando los ojos Bernard comenzó a recordar a su querida amiga, aquella chica que a la vez podía ser tan agradable como capaz de volverlo loco. Cuando la conoció, en el apartamento donde él vivía, ella estudiaba Decoración y era muy hábil en la carrera, se le ocurrían las mil y una ideas, sin mencionar lo ágil que era para decorar. Ese día la dueña de los departamentos le habían pedido que decorara el lugar para así poder tener más clientes y apenas se fue, la joven comenzó a pasearse de un lugar a otro pensando en lo que iba a hacer, Bernard, que iba a salir a trabajar la vio ya haciendo el trabajo, le causo un poco de gracia verla moverse bien rápido, al terminar parte del trabajo, ella recién se dio cuenta de la presencia de él y ambos sólo intercambiaron saludos. En la noche pudieron charlar más y poco a poco fueron haciéndose amigos.
Sarah se sorprendió al ver que ella y Bernard estudiaban en el mismo lugar, así comenzaron a encontrarse más a menudo cuando tenían tiempo libre de los estudios, naciendo en ellos una gran amistad, Bernard por primera vez le contó a alguien sobre lo que le había ocurrido en su vida y Sarah se mostró muy conmovida por la confianza que él le tenía.
Así marcho todo cuando más adelante Sarah le contó que se iría a Italia y no sabía cuando volvería, lo cual entristeció a Bernard, siendo ella su gran amiga y consejera. Ambos se despidieron en el aeropuerto y hasta entonces él no la había vuelto a ver.
Ahora le llegaba una carta luego de varios años, pensó que cómo estaría ella ahora, se preguntaba si aún tendría el cabello corto, como siempre le había gustado o si aún conservaría ese divertido sentido del humor que solía alegrarlo, en resumen, Bernard se hacía muchas preguntas.

El día paso rápido, o eso fue lo que Bernard sintió, como si en un abrir y cerrar de ojos llegará la hora de salir del trabajo.
Mientras conducía decidió ir a visitar a Sarah, en el fondo estaba emocionado con la idea, miró el reloj del auto y vio que eran las ocho, tenía tiempo, así que doblo en la siguiente curva y se dirigió a la casa de ella recordando lo dicho en la carta: “Si quieres verme puedes encontrarme en la misma casa donde solía vivir”.
No tardo mucho en llegar, estacionó el auto y se bajo, se arreglo un poco la camisa y sin pensarlo tocó el timbre, observó que el patio seguía igual que siempre. Pronto abrieron la puerta y Bernard la vio, ahí estaba Sarah, pero no era la misma, estaba muy cambiada, sólo su rostro seguía teniendo aquella misma expresión alegre que la caracterizaba, estaba más alta, más delgada y su cabello ahora lo llevaba largo.
--Al parecer si recibiste mi carta—fue lo primero que ella dijo.
--Eso parece—respondió él.
--Me alegro de verte otra vez—dijo Sarah muy contenta.
--Yo también me alegro de verte—dicho esto, ambos se abrazaron contentos de verse de nuevo, sintiendo como si el tiempo no hubiese pasado.
Sarah lo invitó a pasar y Bernard entró, contento de haber recibido aquella carta, que tanto le había alegrado el día y que le había traído a su amiga de vuelta.

Texto agregado el 24-05-2006, y leído por 292 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
07-07-2008 y ni siquiera por la pagina de los cuentops ni por el chat de la misma¡¡¡ the_frankies_XD
17-09-2006 esta muy bueno¡¡¡¡ podrias hacer la continuacion para que se sepa que paso entre bernard y sara. xao comadre que estes bien¡¡¡¡¡ Andreas_tr
07-06-2006 esa es una gran noticia ... bien naty.. un beso trotamundos
03-06-2006 excelente si bernard pudo hacer su deseo realidad muchos tambien pueden porque la joven escritora que escribió esa bella historia es muy talentosa he intelectual aqui en esta pagina delocuentos.net hay muchos talentos que son los futuros escitores y poetas del mundo de los cuales nos sentimos muy orugulloso de tener personas tan talentosos es muy buen escrito sigue hacia delante, eres una joven muy creativa y con una gran forma muy especial de escribir tan bello y tan poetico muchas felicidades 5***** moreno
30-05-2006 La verdad es que me gustó mucho. Noto tus letras y expresiones más maduras, más medidas y logradas... Felicidades... Pdta: TIENE QUE TENER SEGUNDA PARTE!! Jajaja. itdamina
 
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