Cuentan, quienes cuentan, que en el paso de las nubes está escrito nuestro destino. El destino está escrito para aquellos para quienes las nubes son únicamente nubes, y no ven o no se fijan y no pueden fijarse ni ver el paso de las nubes.
Seres hermosos en búsqueda son los seres humanos, trágicos; buscan, sienten la urgencia de la búsqueda y no encuentran, pero, si encontrasen sabrían que eso era exactamente lo que estaban buscando. Buscan, seres que buscan encuentran otros seres que buscan. Y es esa fuerza producto de ese constante acontecer dinámico lo que constantemente se está plasmando en el paso de las nubes.
Hay otra clase de seres, que no cuentan, porque no buscan, que contemplan el paso de las nubes. Esos observan en el paso de las nubes las vidas de los otros, la vida de la vida misma. Deseo volver a escribirlo. Hay seres que contemplan la vida en el paso de las nubes. Hay seres que contemplan la vida. Esos seres ya no buscan ni consiguen otros seres que buscan, sencillamente ya no buscan. Esos seres en las nubes, en las piedras, en las sombras se consiguen con la historia del mundo. Me provoca preguntaros ¿Qué es la historia del mundo? No sé qué es la historia del mundo sólo veo procesos dinámicos; pero no sabiendo qué es la historia del mundo intuyo que es algo que permite que sobre ella se escriba; y el mundo sólo cuenta, en todas partes, en presente, sobre lo que en él mismo se está escribiendo.
¿Qué papel puede en el mundo jugar quien lo lee? - De una sola decisión consistiría su caída - ¿Y qué otros podrían contemplar su aporte? - Ojos de alguno aún más fuerte que no participa de lo que merece ser leído, lo cual constituye el único placer posible de la vida.
No entiendo, ¿Cuál es el único placer posible de la vida? ¿Es dejar la propia letra plasmada en la nube como producto de aquella fuerza generada por la duda, o es leer todas las letras sin dejar una sola de la propia plasmada?
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