MaLa CLaSe

Me he vuelto mala clase. Como que de a poco he preferido engañar antes que asumir mis errores, ser deshonesta antes que tomar el camino difícil, golpear a alguien antes de decirle a la cara que me está haciendo daño.

Me he vuelto mala clase. Y lo peor es que lo reconozco, lo disfruto y no me arrepiento. Lo peor es que aún detestando la falta de clase de mis más acérrimos enemigos, termino siendo peor de vulgar que ellos.

Lo más terrible dentro de lo ya terrible que es sentirse mala clase, es darse cuenta de que somos lo que menos queríamos ser. No quería ser mediocre, no quería perder, no me quería humillar, no quería reconocer la razón en los demás.

Pero qué se le va a hacer. Supongo que es una etapa que tengo que vivir. Supongo que tocar el suelo con la punta de la nariz me haría más humana, tolerante, menos altiva. Tal vez vivir esto sea necesario para comprender que las princesas no vienen en bolsitas de celofán, no son intocables, ni menos andan por la calle vistiendo Dickies como Pedro por su casa.

Si tan sólo en este proceso no participara nadie más... ¡sería tan feliz!. Si nadie me viera morder el polvo. Si nadie me viera como realmente soy. Si nadie pudiera darse cuenta que sólo soy un payaso con la estúpida sonrisa nada más que pintada bajo la nariz.