Una madrugada de abril me hice presente, mi madre finalmente descanso de su largo sufrir para que yo existiera, busque por todos lados y solo encontré tres hermanos que entre angustias y alegrías solo querían conocerme.
Mi padre pasaba de cuando en cuando y sin que nadie me lo digiera ya entendía como era el juego que me había tocado en suerte.
Muchas veces cuando él llegaba y comenzaba a conocerlo, tenía que marcharse, sabía que nunca ocuparía el lugar de los hijos que ya tenía a los cuales yo no conocía.
La escuela, la adolescencia, la intolerancia, el dolor, la alegría, la incertidumbre, todo plagado por Amor, pero con grandes ausencias.
No tengo dolor, solo tengo preguntas que hoy ya nadie podrá responderme, pues él se ha marchado de gira, de esa de la que no se regresa.
Hoy tengo dos hijos sin abuelo, solo espero poder darles el Amor que me regalaron mis tres hermanos y mi madre porque estoy seguro que alcanza para ser feliz.